/ martes 7 de junio de 2022

Expresión

° Expresar es el poder que enaltece a iletrados y vulnera a los libres.

Los medios de comunicación, a nivel mundial, se integran como un servicio y un producto intangible. Pero también corrupto y depravado, se erigen como el arquetipo de generaciones, con la tecnología dispuesta a mezclar emociones y con la ingratitud de vender al mejor postor el contenido, el espacio y la medida que puede, según, atraer más público. Las masas fecundan el consumismo, enaltecen el capitalismo y el corporativismo, tomando una forma descomunal desde los inicios de la publicidad subliminal. Tal como una revolución industrial de segunda generación, el experimento social y psicológico de James Vicary en Estados Unidos (1957), considerado un tecnomito. Sin embargo, los mensajes ocultos o imágenes sugestivas, eran distribuidos en algunas marcas, para inocular en la mente de las personas lo que tienen que necesitar. Hoy en día, es demoledor lo que hace el sistema de redes sociales en el internet. Se disipan datos, códigos, palabras, fotografías, entre otros, para construir un contenido multimedia, y así hipnotizar las conciencias de todo género, edad, raza. Los continentes se estrechan para informar, con variables que recaen en la constante individual. Hay que evidenciar la ignorancia, si no, seremos cómplices de otra versión mediática.

En el 2000 nos preparaban para pisar el siglo XXI, cualquier individuo con un dispositivo conectado a la red, puede impulsar una serie de conmociones interactivas a través de una serie de códigos binarios y algoritmos emocionales. Las noticias falsas, los hechos modificados, informes extraños, entidades inventadas y lugares creados para tergiversar, han quedado en el pasado. Un infante nos puede ilustrar cómo funciona un sistema operativo, un software específico, una aplicación, y qué decir de los celulares inteligentes. Nos ha rebasado de una manera paulatina la veracidad, y de eso se trataba, llegar a la cúspide de la realidad. La mentira y la falsedad surgen de la reflexión y de la discusión, de la educación y de la ignorancia. Hemos entrado a una nueva generación en cuanto a la comunicación. Antes era el periodismo tradicional, hoy es el periodismo digital, antes era la radio, la televisión y los impresos, hoy es la portentosa invención de aparatos que incrustan la conexión virtual. Se ha rebasado la decencia y el sentido común, estamos queriendo cosas que no sirven, que no funcionan, que caducan, que contaminan e intoxican, que matan. El emisor controla a incontables emisores que a su vez controlan a incalculables receptores.

Lo que alarma es quienes apersonan los medios de comunicación, eso es lo que preocupa más a los que crecimos con esta fuente de ingresos. El hurto de lugares que deben ocupar egresados de la academia con alto grado de vocación, especialistas que han demostrado con su noción, creativos que se apegan a las tendencias, y profesionales que se actualizan por periodos. Esos empleos han sido otorgados a amenazas y peligros, en base a la experiencia y apegados al método científico, estas criaturas que lideran departamentos de difusión de empresas o carteras en un organigrama de un partido político, u órganos gubernamentales. Nos da como resultado una avalancha de ocurrencias, fatalidades, y asaltos a las buenas costumbres.

No son profesionales del lenguaje ni de la retórica, ya no digamos de la forma en que tratan a sus iguales. Funcionarios públicos vueltos directores generales de comunicación, vendedores convertidos en reporteros, burócratas ungidos en periodistas. Esto es una apoteosis grotesca, en la que la sociedad es el fiel reflejo del lugar en donde vive. Sin embargo, debemos entender que somos instrumentos de comunicación. Con una simple premisa usted puede comprobar en qué, cómo, dónde y por qué medio se expresa.

° Expresar es el poder que enaltece a iletrados y vulnera a los libres.

Los medios de comunicación, a nivel mundial, se integran como un servicio y un producto intangible. Pero también corrupto y depravado, se erigen como el arquetipo de generaciones, con la tecnología dispuesta a mezclar emociones y con la ingratitud de vender al mejor postor el contenido, el espacio y la medida que puede, según, atraer más público. Las masas fecundan el consumismo, enaltecen el capitalismo y el corporativismo, tomando una forma descomunal desde los inicios de la publicidad subliminal. Tal como una revolución industrial de segunda generación, el experimento social y psicológico de James Vicary en Estados Unidos (1957), considerado un tecnomito. Sin embargo, los mensajes ocultos o imágenes sugestivas, eran distribuidos en algunas marcas, para inocular en la mente de las personas lo que tienen que necesitar. Hoy en día, es demoledor lo que hace el sistema de redes sociales en el internet. Se disipan datos, códigos, palabras, fotografías, entre otros, para construir un contenido multimedia, y así hipnotizar las conciencias de todo género, edad, raza. Los continentes se estrechan para informar, con variables que recaen en la constante individual. Hay que evidenciar la ignorancia, si no, seremos cómplices de otra versión mediática.

En el 2000 nos preparaban para pisar el siglo XXI, cualquier individuo con un dispositivo conectado a la red, puede impulsar una serie de conmociones interactivas a través de una serie de códigos binarios y algoritmos emocionales. Las noticias falsas, los hechos modificados, informes extraños, entidades inventadas y lugares creados para tergiversar, han quedado en el pasado. Un infante nos puede ilustrar cómo funciona un sistema operativo, un software específico, una aplicación, y qué decir de los celulares inteligentes. Nos ha rebasado de una manera paulatina la veracidad, y de eso se trataba, llegar a la cúspide de la realidad. La mentira y la falsedad surgen de la reflexión y de la discusión, de la educación y de la ignorancia. Hemos entrado a una nueva generación en cuanto a la comunicación. Antes era el periodismo tradicional, hoy es el periodismo digital, antes era la radio, la televisión y los impresos, hoy es la portentosa invención de aparatos que incrustan la conexión virtual. Se ha rebasado la decencia y el sentido común, estamos queriendo cosas que no sirven, que no funcionan, que caducan, que contaminan e intoxican, que matan. El emisor controla a incontables emisores que a su vez controlan a incalculables receptores.

Lo que alarma es quienes apersonan los medios de comunicación, eso es lo que preocupa más a los que crecimos con esta fuente de ingresos. El hurto de lugares que deben ocupar egresados de la academia con alto grado de vocación, especialistas que han demostrado con su noción, creativos que se apegan a las tendencias, y profesionales que se actualizan por periodos. Esos empleos han sido otorgados a amenazas y peligros, en base a la experiencia y apegados al método científico, estas criaturas que lideran departamentos de difusión de empresas o carteras en un organigrama de un partido político, u órganos gubernamentales. Nos da como resultado una avalancha de ocurrencias, fatalidades, y asaltos a las buenas costumbres.

No son profesionales del lenguaje ni de la retórica, ya no digamos de la forma en que tratan a sus iguales. Funcionarios públicos vueltos directores generales de comunicación, vendedores convertidos en reporteros, burócratas ungidos en periodistas. Esto es una apoteosis grotesca, en la que la sociedad es el fiel reflejo del lugar en donde vive. Sin embargo, debemos entender que somos instrumentos de comunicación. Con una simple premisa usted puede comprobar en qué, cómo, dónde y por qué medio se expresa.