Escribo esta colaboración secándome las lágrimas. Sufrí como todos los que estamos en el puerto el martes 24 el embate furioso del huracán Otis.
Se terminó aquella vieja creencia que Acapulco nunca sería golpeado por el viento huracanado porque los cerros lo protegían. Seguramente amables lectores saben de que estoy hablando porque el pánico fue general . No sé el número total de fallecidos, pero aún, si hubiera sido solo uno, ya sería una desgracia. Sin embargo ví a la muchedumbre que rompían cortinas, no sólo de centros comerciales, sino de cualquier comercio para robar.
Las risas de casi todos ellos, desde niños hasta gente de edad, que corrían desesperadamente por llevarse en los carritos de los centros comerciales pantallas gigantes,centros de lavado, computadoras, celulares, aparatos de música, llantas, juguetes, artículos navideños, etcétera., contrario de quienes sólo se llevaban alimentos para sobrevivir como el vital líquido. Caminé de la avenida Ejército Nacional hasta la Progreso para ver a mi hermana y pude no solo ver, oír y palpar la desgracia. Víi a una señora llorando desgarradoramente que al abrasarse a mi esposa que le regalo una botella de agua para que siguiéramos nuestro camino.
La Costera destruída totalmente; el Boulevard de Las Naciones de igual manera. Dejé de tomar fotos y videos porque la tristeza me invadía y más aún al ver la rapiña de mucha gente, pero ojo, no sólo de escasos recursos, sino de la clase media alta que se ufana de ser educada y con altos valores llevando repletas en sus camionetas hasta con remolques estos aparatos; en verdad me llenaba de coraje y me preguntaba ¿acaso van a comer pantallas? ¿Qué ejemplo les dieron a sus hijos estos desdichados que los llevaban y los alentaban a robar ?
Podría citar nombres de mucha de esta gente dizque educada que se justificaban diciendo “a río revuelto; ganancia de pescadores"... Sí esos, que se dan golpes de pecho todos los domingos en misa.
Tenemos vida y eso hay que agradecerlo; en pero, hay que dejar en claro que una cosa es la necesidad de comer para sobrevivir y otra desgraciadez es el robar artículos de lujo. Pero no para en esto, ya que el saqueo fue total en todo comercio como ferreteras, farmacias, tiendas de telas, comercios pequeños; el centro comercial La Isla, tienda de refacciones de autos, bueno hasta motos llevaban.
Eran ríos de gentes caminando con la mercancía. Muchos mini empresarios que viven aquí y dan empleo y pagan impuestos lo perdieron todo y no por la furia del huracán sino por estos desdichados.
Recordemos que en el pasado la tienda Costco se fue del puerto ante el saqueo de que fue objeto, sin el apoyo de la autoridad. Días después, ante la hambruna, también previsible, se desataron los robos a plena luz del día, no solo a transeúntes y casas habitaciones, sino a vehículos que llegaban de otros municipios o estados, con personas que traían víveres para sobrevivir.
La falta de energía eléctrica y carencia de agua hizo presa de la desesperación para llegar a estos extremos. Ojalá se haga algo rápido porque sino será una lucha a muerte por el agua.
Amigos lectores: “Dejemos las lágrimas para después, porque hoy tenemos que levantar la cara para limpiar a Acapulco". Lo que no mata fortalece y si ya sobrevivimos al Paulina también lo haremos esta vez.
!FUERZA ACAPULCO. PRONTO ESTAREMOS NUEVAMENTE DE PIE!