/ domingo 24 de junio de 2018

Enfrentar con la razón a la violencia

Lo otro de la verdad no es el error, sino la violencia.

Eric Weil



Instalados en la cuenta regresiva para que tenga lugar la jornada electoral, se advierte cómo priva en el ánimo general de la sociedad mexicana una mezcla de sentimientos encontrados. No se trata solo de la emoción o expectación crecientes a medida que nos aproximamos a la fecha en cuestión. Es un temor-pánico tan vívido que casi lo podemos tocar, provocado por el clima de violencia extrema que permea en todos los ámbitos de la vida, incoado en gran medida a raíz de la guerra declarada por el calderonato contra el crimen organizado, pero particularmente detonado no solo por la corrupción e impunidad que nos gobiernan, sino por los discursos de odio que han manejado candidatos y partidos a lo largo de sus campañas y de los que diversos sectores de la propia población se han hecho eco.

Lo grave de la situación es que cuando una comunidad se permite ser secuestrada por la violencia, sus posibilidades de crecimiento y desarrollo quedan nulificadas; la inversión se desploma; el tejido social se rompe; la población interna busca cualquier vía para huir mientras la externa evita todo contacto, contribuyendo así al aislamiento de una ciudadanía que pronto ve cómo, uno a uno, todos sus derechos fundamentales son socavados conforme se va fortaleciendo el imperio del miedo y la dictadura del terror. Violencia que no se limita a proceder del poder sino que emana predominantemente del seno mismo del organismo social, lo mismo en la casa que en el trabajo, en la calle que en la escuela, a través de los medios de comunicación masiva y ahora principalmente de las redes sociales. Por eso no debe extrañarnos que sea la dueña y señora del proceso electoral.

Ante ello ¿qué lectura dar? Si consideramos que la violencia forma parte de la naturaleza humana más profunda, primitiva, podemos inferir que una sociedad deviene en violenta cuando es inmadura, cuando no tiene la capacidad de reflexionar, razonar ni procesar y, por tanto, mucho menos decidir. En México, por ejemplo, gran parte de la población está más atenta a conocer y difundir el último “meme” de los candidatos, que en analizar, cuestionar y debatir sus respectivos proyectos de campaña. Y claro, para una sociedad violentada en los niveles a los que hemos llegado esto resulta catártico, aunque en absoluto sea edificante, solo que hay algo peor, y es cuando el odio, la estigmatización y denostación de los unos contra los otros se convierten en alma del discurso y cuando de las palabras pasamos a los hechos, a tal grado que cada día nuestra violencia social se vuelca con mayor furia contra aquél que no comulga con nuestras mismas ideas o filiación política.

Nos hemos convertido en una sociedad cero tolerancia para comprender a los demás: quien no esté conmigo, será mi enemigo, solo que toda violencia es germen de una cada vez mayor violencia.

Mayo ha sido ya declarado como el mes más violento de los que se tiene registro con casi un centenar de homicidios al día, de la misma forma como el proceso electoral actual lo es de nuestra historia electoral. En lo que va del año, más de 120 candidatos, funcionarios y exfuncionarios locales han sido ultimados, el 70% de ellos por ataques de comandos armados, encabezando la lista Guerrero –donde el desplazamiento de comunidades va a la alza-, Oaxaca, Puebla, Veracruz y el Estado de México. Ante semejante panorama, el reto ciudadano de velar por la democracia es mayúsculo, porque como nunca antes en el México contemporáneo la Nación requiere de transparencia, respeto, de libertad, pero sobre todo de no-violencia para que la ciudadanía pueda emitir su voto. Solo así se podrá garantizar la paz. De lo contrario, dicho cáncer podrá estallar y el costo sería de proporciones gigantescas, ya que si la violencia imprime su sello el día de la elección, revertir su escalada tendrá un altísimo costo.

Eric Weil, filósofo alemán antinazi, desarrolló una interpretación por demás clarificadora de la violencia, a la que concibe como un enemigo interno, un otro inserto en nosotros, al asecho permanente de nuestra libertad más profunda. Violencia que deviene disruptiva y en pos del dominio, exclusión y eliminación del otro, que a su vez es visto como adversario y amenaza existencial, de ahí su naturaleza injusta, ilegítima e injustificada aun y cuando provenga del Estado. Violencia que es oposición a la razón, al logos, al discurso coherente, pero que al mismo tiempo posibilita la aparición de la filosofía, a partir del momento en que el hombre decide volitivamente hacerle frente, por miedo y en rechazo a ella. El peligro será que la filosofía quede atrapada en las garras de la violencia porque de alguna forma en sí misma la propia filosofía está contaminada de ella al erigirse en su amenaza. Resignarse no es la opción.

¿Qué hacer entonces? Vencer al miedo y enfrentar con la razón a la violencia, de lo contrario, quienes nos sucedan, podrán suponer que carecimos de la fuerza y cohesión sociales, de la convicción, consistencia, valor y grandeza que como sociedad requeríamos.


bettyzanolli@hotmail.com\u0009\u0009\u0009@BettyZanolli


Lo otro de la verdad no es el error, sino la violencia.

Eric Weil



Instalados en la cuenta regresiva para que tenga lugar la jornada electoral, se advierte cómo priva en el ánimo general de la sociedad mexicana una mezcla de sentimientos encontrados. No se trata solo de la emoción o expectación crecientes a medida que nos aproximamos a la fecha en cuestión. Es un temor-pánico tan vívido que casi lo podemos tocar, provocado por el clima de violencia extrema que permea en todos los ámbitos de la vida, incoado en gran medida a raíz de la guerra declarada por el calderonato contra el crimen organizado, pero particularmente detonado no solo por la corrupción e impunidad que nos gobiernan, sino por los discursos de odio que han manejado candidatos y partidos a lo largo de sus campañas y de los que diversos sectores de la propia población se han hecho eco.

Lo grave de la situación es que cuando una comunidad se permite ser secuestrada por la violencia, sus posibilidades de crecimiento y desarrollo quedan nulificadas; la inversión se desploma; el tejido social se rompe; la población interna busca cualquier vía para huir mientras la externa evita todo contacto, contribuyendo así al aislamiento de una ciudadanía que pronto ve cómo, uno a uno, todos sus derechos fundamentales son socavados conforme se va fortaleciendo el imperio del miedo y la dictadura del terror. Violencia que no se limita a proceder del poder sino que emana predominantemente del seno mismo del organismo social, lo mismo en la casa que en el trabajo, en la calle que en la escuela, a través de los medios de comunicación masiva y ahora principalmente de las redes sociales. Por eso no debe extrañarnos que sea la dueña y señora del proceso electoral.

Ante ello ¿qué lectura dar? Si consideramos que la violencia forma parte de la naturaleza humana más profunda, primitiva, podemos inferir que una sociedad deviene en violenta cuando es inmadura, cuando no tiene la capacidad de reflexionar, razonar ni procesar y, por tanto, mucho menos decidir. En México, por ejemplo, gran parte de la población está más atenta a conocer y difundir el último “meme” de los candidatos, que en analizar, cuestionar y debatir sus respectivos proyectos de campaña. Y claro, para una sociedad violentada en los niveles a los que hemos llegado esto resulta catártico, aunque en absoluto sea edificante, solo que hay algo peor, y es cuando el odio, la estigmatización y denostación de los unos contra los otros se convierten en alma del discurso y cuando de las palabras pasamos a los hechos, a tal grado que cada día nuestra violencia social se vuelca con mayor furia contra aquél que no comulga con nuestras mismas ideas o filiación política.

Nos hemos convertido en una sociedad cero tolerancia para comprender a los demás: quien no esté conmigo, será mi enemigo, solo que toda violencia es germen de una cada vez mayor violencia.

Mayo ha sido ya declarado como el mes más violento de los que se tiene registro con casi un centenar de homicidios al día, de la misma forma como el proceso electoral actual lo es de nuestra historia electoral. En lo que va del año, más de 120 candidatos, funcionarios y exfuncionarios locales han sido ultimados, el 70% de ellos por ataques de comandos armados, encabezando la lista Guerrero –donde el desplazamiento de comunidades va a la alza-, Oaxaca, Puebla, Veracruz y el Estado de México. Ante semejante panorama, el reto ciudadano de velar por la democracia es mayúsculo, porque como nunca antes en el México contemporáneo la Nación requiere de transparencia, respeto, de libertad, pero sobre todo de no-violencia para que la ciudadanía pueda emitir su voto. Solo así se podrá garantizar la paz. De lo contrario, dicho cáncer podrá estallar y el costo sería de proporciones gigantescas, ya que si la violencia imprime su sello el día de la elección, revertir su escalada tendrá un altísimo costo.

Eric Weil, filósofo alemán antinazi, desarrolló una interpretación por demás clarificadora de la violencia, a la que concibe como un enemigo interno, un otro inserto en nosotros, al asecho permanente de nuestra libertad más profunda. Violencia que deviene disruptiva y en pos del dominio, exclusión y eliminación del otro, que a su vez es visto como adversario y amenaza existencial, de ahí su naturaleza injusta, ilegítima e injustificada aun y cuando provenga del Estado. Violencia que es oposición a la razón, al logos, al discurso coherente, pero que al mismo tiempo posibilita la aparición de la filosofía, a partir del momento en que el hombre decide volitivamente hacerle frente, por miedo y en rechazo a ella. El peligro será que la filosofía quede atrapada en las garras de la violencia porque de alguna forma en sí misma la propia filosofía está contaminada de ella al erigirse en su amenaza. Resignarse no es la opción.

¿Qué hacer entonces? Vencer al miedo y enfrentar con la razón a la violencia, de lo contrario, quienes nos sucedan, podrán suponer que carecimos de la fuerza y cohesión sociales, de la convicción, consistencia, valor y grandeza que como sociedad requeríamos.


bettyzanolli@hotmail.com\u0009\u0009\u0009@BettyZanolli