En un hecho inentendible y poco sensible, el gobierno federal publicó la semana pasada en el Diario Oficial de la Federación un acuerdo en el que se dio por concluida la emergencia en Acapulco y Coyuca de Benítez, tras el paso del huracán Otis.
Dicha acción alejada totalmente de la realidad es preocupante, pues es claro que la emergencia no ha acabado. Basta con acudir a las zonas afectadas para ver que las afectaciones a la población por el paso de Otis siguen presentes.
Lo sucedido en Acapulco no es un hecho menor, pues un huracán de categoría 5, impactó con gran fuerza al estado sureño, dejando a su paso una amplia cantidad de desastres en el puerto de Acapulco, Coyuca y otros municipios, y aunque no se quiere reconocer la declaración de emergencia en el estado de Guerrero, lo cierto es que la situación es sumamente adversa.
Acapulco en este momento se encuentra sin pleno servicio de luz, si acaso a un 50 por ciento de su capacidad real. Hay también un problema de basura grave, todo ello sin que aparezcan las autoridades tanto de la Comisión Federal de Electricidad como de la Secretaría de Salud del gobierno federal y Conagua.
Evidentemente, un problema también ha sido la ausencia de diagnósticos por parte de las autoridades federales para saber el panorama actual y real que se vive y poner en marcha las mejores acciones.
Todas estas problemáticas sumadas han hecho que se enciendan las alarmas en el terreno sanitario, pues derivado de todo hay enfermedades respiratorias, estomacales, de conjuntivitis, entre otras, que se pueden convertir en una pandemia.
No obstante, también es importante reconocer que se ha hecho presente el apoyo de instituciones como el Ejército y la Marina, entregando 40 mil despensas para 800 mil damnificados. Así como la ayuda recibida desde la sociedad civil, así como de organizaciones no gubernamentales. Por citar un ejemplo, recientemente la Cruz Roja Mexicana informó que desde que inició la emergencia en Acapulco y Coyuca de Benítez por el paso del huracán Otis se han entregado más de 2 mil 200 toneladas de ayuda humanitaria donada o adquirida con las aportaciones de la población.
Lo anterior nos deja claro de forma contundente que los esfuerzos que deben materializarse hacia el Estado de Guerrero no deben ser extinguidos por un decreto, pues aún hay mucho trabajo por hacer, en el que la sociedad civil ha sido pieza clave, pero también se requiere el máximo compromiso y congruencia del gobierno federal por la reconstrucción de nuestra bella entidad.