/ domingo 26 de agosto de 2018

En aras de la imagen

La renovación de gobernantes debiera entenderse como un mero acto sucesorio -no hablo de la parafernalia per se que sirve para rendir protesta, como si se tratase una celebración- donde, a partir de la asunción de las autoridades electas, las acciones oficiales efectivas requieren tener continuidad y las innecesarias ser sometidas a ajustes o sustituidas por otras más eficaces y acordes a las necesidades del momento.

El margen de maniobra trienal, en el caso de los Ayuntamientos, es limitado para demostrar eficacia general en las políticas públicas del presidente municipal en turno y su equipo, pero no imposible. Lo deseable es que al menos un tercio de las estrategias emprendidas por los gobiernos locales cumplan los objetivos trazados en su gestión y esto se traduzca en mejores condiciones de seguridad, empleo, economía, servicios públicos, calidad de vida.

Sin embargo, la llegada de nuevos alcaldes implica un desmantelamiento humano y estratégico de la administración pública municipal que resulta más drástico cuando el sucesor tiene un origen partidista distinto al del antecesor.

En esencia, Acapulco se ha manejado durante los últimos 20 años bajo una orientación política priísta-perredista y cada presidente municipal, a su llegada, a manera de dejar huella, intenta reinventar las formas de hacer gobierno con resultados, hasta ahora, nada fructíferos.

Si bien algunos programas han funcionado, la mayoría no son secundados por ánimos partidistas, ideologías ajenas o egocentrismo puro.

Una política que ha funcionado de esta administración, pese a la carga de críticas en materia de seguridad, servicios públicos y finanzas al interior del Ayuntamiento, es la de la conservación, mantenimiento y mejoramiento de la zona turística.

La creación de Zonatur, dedicada exclusivamente al cuidado de la imagen de áreas turísticas y puntos de interés con presupuesto propio, fue una decisión acertada para orientar las tareas de la Dirección de Imagen Urbana a zonas específicas, ajenas a las turísticas y dejar estas exclusivamente a cargo de una dependencia.

Gracia a esto, los accesos a playa de la bahía lucen con buen aspecto y sin proliferación de basura como anteriormente era común encontrarlos, y esto ha permitido también, por ejemplo, mantener una certificación internacional de calidad en toda la extensión de playa Icacos, una de las más visitadas por los turistas.

Asimismo, la imagen de la Costera Miguel Alemán es distinta. Sin duda, requiere mejoras mayúsculas, quizá titánicas, pero al menos no fue en detrimento en estos tres años y se logró conservar en una escala aceptable para goce de los visitantes.

La próxima administración que encabezará Adela Román Ocampo, por ello, no puede desechar una iniciativa de esta naturaleza y debe considerar meticulosamente mantener Zonatur, e incluso, valorar su estatus para enriquecerla con mayor presupuesto, mayores atribuciones y más recursos humanos.

Debemos entender que la política pública a privilegiar es el turismo, por ser el sostén económico de este puerto.

Desde luego, sectores productivos ajenos no pueden ser marginados ni quedar a la deriva, pero es justo y oportuno inyectar esfuerzos extraordinarios al reposicionamiento anhelado de este destino turístico.

La mejor manera de ofertar una marca en el mercado es mediante su imagen y Acapulco requiere una innovación gradual para estar al nivel de otros destinos que nos aventajan.

La renovación de gobernantes debiera entenderse como un mero acto sucesorio -no hablo de la parafernalia per se que sirve para rendir protesta, como si se tratase una celebración- donde, a partir de la asunción de las autoridades electas, las acciones oficiales efectivas requieren tener continuidad y las innecesarias ser sometidas a ajustes o sustituidas por otras más eficaces y acordes a las necesidades del momento.

El margen de maniobra trienal, en el caso de los Ayuntamientos, es limitado para demostrar eficacia general en las políticas públicas del presidente municipal en turno y su equipo, pero no imposible. Lo deseable es que al menos un tercio de las estrategias emprendidas por los gobiernos locales cumplan los objetivos trazados en su gestión y esto se traduzca en mejores condiciones de seguridad, empleo, economía, servicios públicos, calidad de vida.

Sin embargo, la llegada de nuevos alcaldes implica un desmantelamiento humano y estratégico de la administración pública municipal que resulta más drástico cuando el sucesor tiene un origen partidista distinto al del antecesor.

En esencia, Acapulco se ha manejado durante los últimos 20 años bajo una orientación política priísta-perredista y cada presidente municipal, a su llegada, a manera de dejar huella, intenta reinventar las formas de hacer gobierno con resultados, hasta ahora, nada fructíferos.

Si bien algunos programas han funcionado, la mayoría no son secundados por ánimos partidistas, ideologías ajenas o egocentrismo puro.

Una política que ha funcionado de esta administración, pese a la carga de críticas en materia de seguridad, servicios públicos y finanzas al interior del Ayuntamiento, es la de la conservación, mantenimiento y mejoramiento de la zona turística.

La creación de Zonatur, dedicada exclusivamente al cuidado de la imagen de áreas turísticas y puntos de interés con presupuesto propio, fue una decisión acertada para orientar las tareas de la Dirección de Imagen Urbana a zonas específicas, ajenas a las turísticas y dejar estas exclusivamente a cargo de una dependencia.

Gracia a esto, los accesos a playa de la bahía lucen con buen aspecto y sin proliferación de basura como anteriormente era común encontrarlos, y esto ha permitido también, por ejemplo, mantener una certificación internacional de calidad en toda la extensión de playa Icacos, una de las más visitadas por los turistas.

Asimismo, la imagen de la Costera Miguel Alemán es distinta. Sin duda, requiere mejoras mayúsculas, quizá titánicas, pero al menos no fue en detrimento en estos tres años y se logró conservar en una escala aceptable para goce de los visitantes.

La próxima administración que encabezará Adela Román Ocampo, por ello, no puede desechar una iniciativa de esta naturaleza y debe considerar meticulosamente mantener Zonatur, e incluso, valorar su estatus para enriquecerla con mayor presupuesto, mayores atribuciones y más recursos humanos.

Debemos entender que la política pública a privilegiar es el turismo, por ser el sostén económico de este puerto.

Desde luego, sectores productivos ajenos no pueden ser marginados ni quedar a la deriva, pero es justo y oportuno inyectar esfuerzos extraordinarios al reposicionamiento anhelado de este destino turístico.

La mejor manera de ofertar una marca en el mercado es mediante su imagen y Acapulco requiere una innovación gradual para estar al nivel de otros destinos que nos aventajan.