/ martes 12 de abril de 2022

Embates a la economía nacional

Han pasado poco más de dos años del inicio de la contingencia sanitaria, y a esa distancia temporal la economía mexicana aún vive uno de los escenarios con mayor incertidumbre que se haya presentado en las últimas décadas. Situación que no le ha permitido despegar ni aprovechar el potencial humano, técnico y natural con el que cuenta.

Sobre el particular, es un hecho preocupante que en días recientes la mayoría de los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México, anunciaron que las expectativas de inflación de mediano plazo están en aumento y se acercan al rango superior del intervalo en el objetivo del propio Banco. Sin embargo, las implicaciones de esta variación tienen efectos tangibles en la economía de las familias mexicanas pues como lo advirtieron, las mayores presiones en los precios de los alimentos tienen altos costos sociales y pueden afectar las expectativas de inflación de las familias.

Costos inflacionarios altos en los insumos básicos implican que las y los mexicanos enfrenten una mayor complejidad para que los ingresos económicos que perciben rindan lo suficiente en el hogar.

Si bien es cierto que esta volatilidad obedece a diversos factores, incluyendo evidentemente circunstancias internacionales, también lo es que independientemente de la razón, los embates se traducen en golpes directos a la economía familiar guerrerense y de todo el país.

Primero fueron los severos estragos económicos ocasionados por la pandemia de Covid-19, que a la fecha aún se resienten en diversas regiones e intensidades a lo largo y ancho del territorio nacional. Y ahora, cuando parecía que las presiones financieras comenzarían a tener un respiro, de nueva cuenta nos encontramos ante un escenario adverso.

No obstante, es menester señalar que no se trata exclusivamente de un escenario ajeno, pues también han influido en gran medida los mensajes de incertidumbre que se han emitido desde el ámbito gubernamental con acciones como inhibir la inversión privada con planteamientos como el que se desprende de la reforma eléctrica promovida por el Ejecutivo Federal.

Además, la forma en que se han canalizado los recursos para inversión pública no han rendido los frutos esperados con proyectos faraónicos como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, que representan una mirada a un pasado lejano, así como un absoluto atropello ambiental.

Las y los mexicanos no desean bajo ninguna circunstancia que su economía se vea notoriamente afectada por las malas decisiones que se tomen desde la esfera gubernamental.

Por tales motivos, lo que es verdaderamente apremiante es que la administración pública federal asuma con sensibilidad, responsabilidad y visión el compromiso de generar las condiciones económicas adecuadas para fomentar el desarrollo social y el crecimiento económico. Para ello, será necesario alentar la puesta en marcha de estímulos que aligeren el peso que la crisis económica ha generado para las y los mexicanos.

*Senador de la República

@manuelanorve

Han pasado poco más de dos años del inicio de la contingencia sanitaria, y a esa distancia temporal la economía mexicana aún vive uno de los escenarios con mayor incertidumbre que se haya presentado en las últimas décadas. Situación que no le ha permitido despegar ni aprovechar el potencial humano, técnico y natural con el que cuenta.

Sobre el particular, es un hecho preocupante que en días recientes la mayoría de los miembros de la Junta de Gobierno del Banco de México, anunciaron que las expectativas de inflación de mediano plazo están en aumento y se acercan al rango superior del intervalo en el objetivo del propio Banco. Sin embargo, las implicaciones de esta variación tienen efectos tangibles en la economía de las familias mexicanas pues como lo advirtieron, las mayores presiones en los precios de los alimentos tienen altos costos sociales y pueden afectar las expectativas de inflación de las familias.

Costos inflacionarios altos en los insumos básicos implican que las y los mexicanos enfrenten una mayor complejidad para que los ingresos económicos que perciben rindan lo suficiente en el hogar.

Si bien es cierto que esta volatilidad obedece a diversos factores, incluyendo evidentemente circunstancias internacionales, también lo es que independientemente de la razón, los embates se traducen en golpes directos a la economía familiar guerrerense y de todo el país.

Primero fueron los severos estragos económicos ocasionados por la pandemia de Covid-19, que a la fecha aún se resienten en diversas regiones e intensidades a lo largo y ancho del territorio nacional. Y ahora, cuando parecía que las presiones financieras comenzarían a tener un respiro, de nueva cuenta nos encontramos ante un escenario adverso.

No obstante, es menester señalar que no se trata exclusivamente de un escenario ajeno, pues también han influido en gran medida los mensajes de incertidumbre que se han emitido desde el ámbito gubernamental con acciones como inhibir la inversión privada con planteamientos como el que se desprende de la reforma eléctrica promovida por el Ejecutivo Federal.

Además, la forma en que se han canalizado los recursos para inversión pública no han rendido los frutos esperados con proyectos faraónicos como el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas, que representan una mirada a un pasado lejano, así como un absoluto atropello ambiental.

Las y los mexicanos no desean bajo ninguna circunstancia que su economía se vea notoriamente afectada por las malas decisiones que se tomen desde la esfera gubernamental.

Por tales motivos, lo que es verdaderamente apremiante es que la administración pública federal asuma con sensibilidad, responsabilidad y visión el compromiso de generar las condiciones económicas adecuadas para fomentar el desarrollo social y el crecimiento económico. Para ello, será necesario alentar la puesta en marcha de estímulos que aligeren el peso que la crisis económica ha generado para las y los mexicanos.

*Senador de la República

@manuelanorve