/ viernes 18 de enero de 2019

El insólito “Síndrome de Wolfram”

Existe una rara enfermedad llamada El Gen del Síndrome de Wolfram, que, como tal, pocos conocen. Dicha enfermedad consiste, según los especialistas, que la persona que la padece sufre una pérdida auditiva de baja frecuencia o de pendiente inversa, que les impide escuchar frecuencias y tonos bajos, como pueden ser las voces masculinas.

El Síndrome de Wolfran tiene una razón etiológica, es decir, saben y conocen sobre ésta, ya que por medio de la investigación descubren qué origen tiene la enfermedad; que en sí se manifiesta en no poder escuchar sonidos (especialmente de voces) graves o bajos, cuando su audición es buena para otras cadencias.

Quiero hacer respetuosamente una alegoría de esta enfermedad totalmente involuntaria (congénita), con dicho síndrome en los políticos y los funcionarios públicos, quienes la padecen también por causas bien conocidas, pero en este caso, es completamente voluntaria por mimetismo.

El caso es que cualquier administración posee lo insólito de no escuchar lo que no quieren escuchar, enquistando en su cerebro una codificación que adecúan negativamente ante cualquier necesidad que les pueda quitar o ensombrecer de su horizonte, toda aquella acción planeada a la que le puedan sacar jugo, y entonces se sacuden todo aquello que les estorba, incluyendo a las personas.

¿Existe en el relevo de poder político un cambio de actitudes? Triste, muy triste constatar (llegando al meollo del asunto), que la administración actual aparte de padecer “El Síndrome de Wolfram”, tiene verdaderos síntomas de ser bizarra. Dicen las “autoridades” que hoy nos ocupan (Secretaría General de Gobierno y la Dirección de Vía Pública del H. Ayuntamiento de Acapulco, más otros involucrados); que están haciendo limpieza en la vía pública de los comerciantes informales, es decir, los vendedores ambulantes.

Me voy a concentrar en mi malestar acerca de un problema realmente injusto. Su servidora tiene años asistiendo diariamente al parque conocido como La Reina, a ejercitarme con las clases de zumba que allí se imparten, amén de otras disciplinas deportivas de alto impacto.

Además de las personas que también diariamente pasean con sus hijos, utilizan los aparatos que allí se tienen a disposición de manera gratuita, no podría faltar en ese hermoso lugar, la venta de aguas, refrescos, bebidas energizantes, golosinas, elotes, fruta y juguetitos llamativos, como parte del paisaje de todo parque, de todo el mundo.

El caso es que (como las “autoridades”) dicen, limpiaron el lugar de ambulantes para que se vea bonito. Y uno se pregunta ¿los consideran basura? Uno entendería si en su famosa invitación al diálogo que es cuando se les acentúa el Síndrome (voluntario) de Wolfran, porque aun cuando parece que oyen, no escuchan, les dieran una alternativa.

El caso es, para terminar por hoy, qué en este penoso y bizarro Ayuntamiento, en lugar de buscar la manera de producir empleos para no permitir que el abanico de la delincuencia se abra más; sin ningún miramiento ni remordimiento los dejan sin trabajo y sin sustento, cuando los responsables del desempleo y la delincuencia son los gobiernos (y este no será la excepción), que año con año se han dedicado a servirse, pero no a servir. ¡Vale la pena reflexionarlo!

Existe una rara enfermedad llamada El Gen del Síndrome de Wolfram, que, como tal, pocos conocen. Dicha enfermedad consiste, según los especialistas, que la persona que la padece sufre una pérdida auditiva de baja frecuencia o de pendiente inversa, que les impide escuchar frecuencias y tonos bajos, como pueden ser las voces masculinas.

El Síndrome de Wolfran tiene una razón etiológica, es decir, saben y conocen sobre ésta, ya que por medio de la investigación descubren qué origen tiene la enfermedad; que en sí se manifiesta en no poder escuchar sonidos (especialmente de voces) graves o bajos, cuando su audición es buena para otras cadencias.

Quiero hacer respetuosamente una alegoría de esta enfermedad totalmente involuntaria (congénita), con dicho síndrome en los políticos y los funcionarios públicos, quienes la padecen también por causas bien conocidas, pero en este caso, es completamente voluntaria por mimetismo.

El caso es que cualquier administración posee lo insólito de no escuchar lo que no quieren escuchar, enquistando en su cerebro una codificación que adecúan negativamente ante cualquier necesidad que les pueda quitar o ensombrecer de su horizonte, toda aquella acción planeada a la que le puedan sacar jugo, y entonces se sacuden todo aquello que les estorba, incluyendo a las personas.

¿Existe en el relevo de poder político un cambio de actitudes? Triste, muy triste constatar (llegando al meollo del asunto), que la administración actual aparte de padecer “El Síndrome de Wolfram”, tiene verdaderos síntomas de ser bizarra. Dicen las “autoridades” que hoy nos ocupan (Secretaría General de Gobierno y la Dirección de Vía Pública del H. Ayuntamiento de Acapulco, más otros involucrados); que están haciendo limpieza en la vía pública de los comerciantes informales, es decir, los vendedores ambulantes.

Me voy a concentrar en mi malestar acerca de un problema realmente injusto. Su servidora tiene años asistiendo diariamente al parque conocido como La Reina, a ejercitarme con las clases de zumba que allí se imparten, amén de otras disciplinas deportivas de alto impacto.

Además de las personas que también diariamente pasean con sus hijos, utilizan los aparatos que allí se tienen a disposición de manera gratuita, no podría faltar en ese hermoso lugar, la venta de aguas, refrescos, bebidas energizantes, golosinas, elotes, fruta y juguetitos llamativos, como parte del paisaje de todo parque, de todo el mundo.

El caso es que (como las “autoridades”) dicen, limpiaron el lugar de ambulantes para que se vea bonito. Y uno se pregunta ¿los consideran basura? Uno entendería si en su famosa invitación al diálogo que es cuando se les acentúa el Síndrome (voluntario) de Wolfran, porque aun cuando parece que oyen, no escuchan, les dieran una alternativa.

El caso es, para terminar por hoy, qué en este penoso y bizarro Ayuntamiento, en lugar de buscar la manera de producir empleos para no permitir que el abanico de la delincuencia se abra más; sin ningún miramiento ni remordimiento los dejan sin trabajo y sin sustento, cuando los responsables del desempleo y la delincuencia son los gobiernos (y este no será la excepción), que año con año se han dedicado a servirse, pero no a servir. ¡Vale la pena reflexionarlo!

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