/ jueves 22 de noviembre de 2018

El color de la Guardia Nacional

“Es inútil buscar la seguridad detrás de barreras geográficas. La seguridad real se encuentra sólo en la legislación y en la justicia”. Harry Truman.

El día de hoy daré inicio a este artículo prácticamente con una conclusión. Los grandes males que padecemos en México, se deben a qué como sociedad, como pueblo, no nos hemos ocupado de la cuestión pública más que en las urnas, y después de las urnas a criticar. Algunos a favor y otros en contra del gobernante en turno; unos paga-dos y otros no. Unos en voz alta y otros en secreto y/o en lo cortito de un café.

La democracia y el bien común exigen que cada persona incorporada en una sociedad, según su preparación y su capacidad, participe de algún modo en la política. La verdad es que llegamos a esta laxitud, ya que han sido muchos los años de no habernos tomado en cuenta, más que para hacernos cautivos de los votos. Y hoy que nos dan la oportunidad de intervenir en decisiones importantes, nos molestamos y lo rechazamos.

Voy a tocar un tema de manera muy sutil y en mi humilde opinión de ciudadana no experta, pero sí informada, ya que es uno de los problemas más delicado, peligroso y dañino para México, que es la seguridad nacional.

A punto de tomar protesta como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel Ló-pez Obrador dio a conocer la creación de la Guardia Nacional, que comenzará a operar desde el próximo 1 de di-ciembre, y que estará constituida junto con aproximadamente 40 mil elementos de la Policía Federal; por 50 mil elementos (soldados) a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que se harán cargo de realizar ta-reas de seguridad pública y combatir la inseguridad del país.

Haciendo un poquito de memoria, en diciembre de 2006 Felipe Calderón Hinojosa siendo presidente de México, declara la guerra al crimen organizado sacando (para ello) por primera vez, al Ejército de sus cuarteles; ya que gra-cias a la incapacidad y errado gobierno de su antecesor Vicente Fox, los grupos criminales lograron ocupar impor-tantes espacios de control, al grado de llegar a ser gobierno de facto en muchos de los municipios del país.

La grave situación se fue prolongando y ha llegado a ser tan crítica, que en no pocas ocasiones el pueblo (hasta el día de hoy), ya no sabe de quién defenderse, si de los buenos, de los malos o de los peores.

Pero lo cierto es que el ciudadano común, el que se dedica al trabajo honesto, el que vela por su familia, el que no tiene el mínimo de garantías, que no tiene escoltas; ese ciudadano que no sabe cuándo él o algún miembro de su familia podrá ser la siguiente víctima, o en su caso, cuándo en la desesperación por la supervivencia de la misma, no pueda o ya no quiera escapar del peligro de caer en esas redes. Ante esta delicada situación, es relevante destacar cuál es el contexto del Ejército en este conflicto; porque es un hecho indudable que el tejido social está erosionán-dose aceleradamente ante la ausencia de estrategias institucionales eficaces para garantizar la seguridad y el bie-nestar de la población.

Ante esta situación el (todavía) Secretario de La Defensa Nacional (Sedena) General Salvador Cienfuegos Zepeda, señaló en su oportunidad, que los sectores gubernamentales no realizan correctamente su trabajo en el combate al crimen organizado, razón por la que el presidente Calderón sacó al Ejército a las calles.

Hoy al hacer un balance a 12 años que Las Fuerzas Armadas iniciaron su embate contra la delincuencia organizada, realmente hay que lamentar (y mucho) que las policías federales, estatales y municipales no se hayan restructura-do y qué en ese desafortunado intento, hayan muerto y desaparecido un porcentaje muy alto de mexicanos inocentes.

El titular de la Sedena lamentó entonces, que exista un vacío legal que no defina la clara participación de los solda-dos en las tareas de seguridad; lo que ocasiona que los militares “la piensan” (sic) para hacer dichas tareas y no ser procesados por violar la disciplina militar o los derechos humanos.

Al respecto del “vacío legal”, el diputado Mario Delgado coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro, seña-ló que entre las modificaciones legales, se incluye reformar diversos artículos de La Constitución para la creación de la Guardia Nacional (Policía Federal y Ejército en una sola agrupación).

Delgado dijo que también se propondrá que ésta, también esté facultada como “auxiliar” en las labores de los mi-nisterios públicos. De esta manera se plantea resolver los “vacíos legales” (de los que habló el General Cienfuegos) para que dicha agrupación sea expresamente la encargada de prevenir el delito y ser garantes de la seguridad en todo el territorio nacional.

El punto de inflexión entre la aceptación del crimen organizado y las Fuerzas Armadas en el paquete que nos puso delante Calderón, y la oportunidad de reivindicación de las mismas que propone López Obrador, dándoles su dig-nidad merecida, sin quitarles ni su autonomía ni su color; me parece digno de tomarse en cuenta y de que nos to-men en cuenta. ¡Vale la pena reflexionarlo!


“Es inútil buscar la seguridad detrás de barreras geográficas. La seguridad real se encuentra sólo en la legislación y en la justicia”. Harry Truman.

El día de hoy daré inicio a este artículo prácticamente con una conclusión. Los grandes males que padecemos en México, se deben a qué como sociedad, como pueblo, no nos hemos ocupado de la cuestión pública más que en las urnas, y después de las urnas a criticar. Algunos a favor y otros en contra del gobernante en turno; unos paga-dos y otros no. Unos en voz alta y otros en secreto y/o en lo cortito de un café.

La democracia y el bien común exigen que cada persona incorporada en una sociedad, según su preparación y su capacidad, participe de algún modo en la política. La verdad es que llegamos a esta laxitud, ya que han sido muchos los años de no habernos tomado en cuenta, más que para hacernos cautivos de los votos. Y hoy que nos dan la oportunidad de intervenir en decisiones importantes, nos molestamos y lo rechazamos.

Voy a tocar un tema de manera muy sutil y en mi humilde opinión de ciudadana no experta, pero sí informada, ya que es uno de los problemas más delicado, peligroso y dañino para México, que es la seguridad nacional.

A punto de tomar protesta como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, Andrés Manuel Ló-pez Obrador dio a conocer la creación de la Guardia Nacional, que comenzará a operar desde el próximo 1 de di-ciembre, y que estará constituida junto con aproximadamente 40 mil elementos de la Policía Federal; por 50 mil elementos (soldados) a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que se harán cargo de realizar ta-reas de seguridad pública y combatir la inseguridad del país.

Haciendo un poquito de memoria, en diciembre de 2006 Felipe Calderón Hinojosa siendo presidente de México, declara la guerra al crimen organizado sacando (para ello) por primera vez, al Ejército de sus cuarteles; ya que gra-cias a la incapacidad y errado gobierno de su antecesor Vicente Fox, los grupos criminales lograron ocupar impor-tantes espacios de control, al grado de llegar a ser gobierno de facto en muchos de los municipios del país.

La grave situación se fue prolongando y ha llegado a ser tan crítica, que en no pocas ocasiones el pueblo (hasta el día de hoy), ya no sabe de quién defenderse, si de los buenos, de los malos o de los peores.

Pero lo cierto es que el ciudadano común, el que se dedica al trabajo honesto, el que vela por su familia, el que no tiene el mínimo de garantías, que no tiene escoltas; ese ciudadano que no sabe cuándo él o algún miembro de su familia podrá ser la siguiente víctima, o en su caso, cuándo en la desesperación por la supervivencia de la misma, no pueda o ya no quiera escapar del peligro de caer en esas redes. Ante esta delicada situación, es relevante destacar cuál es el contexto del Ejército en este conflicto; porque es un hecho indudable que el tejido social está erosionán-dose aceleradamente ante la ausencia de estrategias institucionales eficaces para garantizar la seguridad y el bie-nestar de la población.

Ante esta situación el (todavía) Secretario de La Defensa Nacional (Sedena) General Salvador Cienfuegos Zepeda, señaló en su oportunidad, que los sectores gubernamentales no realizan correctamente su trabajo en el combate al crimen organizado, razón por la que el presidente Calderón sacó al Ejército a las calles.

Hoy al hacer un balance a 12 años que Las Fuerzas Armadas iniciaron su embate contra la delincuencia organizada, realmente hay que lamentar (y mucho) que las policías federales, estatales y municipales no se hayan restructura-do y qué en ese desafortunado intento, hayan muerto y desaparecido un porcentaje muy alto de mexicanos inocentes.

El titular de la Sedena lamentó entonces, que exista un vacío legal que no defina la clara participación de los solda-dos en las tareas de seguridad; lo que ocasiona que los militares “la piensan” (sic) para hacer dichas tareas y no ser procesados por violar la disciplina militar o los derechos humanos.

Al respecto del “vacío legal”, el diputado Mario Delgado coordinador de la bancada de Morena en San Lázaro, seña-ló que entre las modificaciones legales, se incluye reformar diversos artículos de La Constitución para la creación de la Guardia Nacional (Policía Federal y Ejército en una sola agrupación).

Delgado dijo que también se propondrá que ésta, también esté facultada como “auxiliar” en las labores de los mi-nisterios públicos. De esta manera se plantea resolver los “vacíos legales” (de los que habló el General Cienfuegos) para que dicha agrupación sea expresamente la encargada de prevenir el delito y ser garantes de la seguridad en todo el territorio nacional.

El punto de inflexión entre la aceptación del crimen organizado y las Fuerzas Armadas en el paquete que nos puso delante Calderón, y la oportunidad de reivindicación de las mismas que propone López Obrador, dándoles su dig-nidad merecida, sin quitarles ni su autonomía ni su color; me parece digno de tomarse en cuenta y de que nos to-men en cuenta. ¡Vale la pena reflexionarlo!


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