/ viernes 15 de mayo de 2020

El Acapulco que conocíamos…

La “nueva normalidad” post pandemia, denominada eufemísticamente así por el gobierno de México, implicará una serie de ajustes en nuestra otrora vida diaria que alterará forzosamente el desarrollo de las actividades económicas y sociales.

En adelante, todos los sectores productivos deberán replantear sus esquemas de funcionamiento para prevenir brotes de contagios a futuro, mientras los esfuerzos multinacionales persisten en la búsqueda de una vacuna capaz de contener al mal mundial de nuestra era.

El turismo, por ejemplo, entrará bajo disposiciones sanitarias básicas en una nueva dinámica que evite, en lo posible, concentraciones masivas en playas, hoteles, restaurantes, albercas, clubes nocturnos y bares, pero esos establecimientos también deberán iniciar adecuaciones en sus instalaciones para mantener la sana distancia y someterse a procesos exhaustivos de sanitización que garanticen espacios asépticos a su clientela.

Los diversos distintivos en la industria turística que servían para identificar a las empresas comprometidas con servicios y procedimientos de calidad ahora deberán ser suplantados por certificaciones sanitarias tendientes a ofrecer áreas libres de contagio del nuevo coronavirus con acciones preventivas permanentes y capacitación al personal en medidas de higiene y de actuación ante la posible aparición de casos.

Debemos estar conscientes de la incierta y cambiante realidad que nos impone la emergencia sanitaria mundial, y conviene digerirlo lo más pronto posible si aspiramos a una pronta reactivación económica y de actividades no esenciales que formaban parte de nuestra cotidianidad.

Por lo pronto, afrontamos un periodo de confinamiento obligado que paraliza la actividad económica, pero no la capacidad de planeación y diseño de las estrategias a seguir conforme a la nueva normalidad en Acapulco que es lo concerniente.

Es necesario comenzar a tejer una estrategia de trabajo promovida por los tres órdenes de gobierno, que involucre a los grandes y pequeños hoteles, restauranteros, comerciantes y microempresarios, cuyo objetivo sea consolidar las bases de la nueva promoción turística en busca de atraer al mayor número de visitantes, una vez iniciada la fase del desconfinamiento.

El gobierno de Guerrero destacó en días recientes que Acapulco tiene como privilegio su cercanía geográfica con el Centro del país, lo cual le garantiza una reanudación de la actividad turística más rápida con respecto a otros destinos donde la principal vía de transporte para el arribo de visitantes es la aérea.

Y es precisamente, partiendo de esa premisa, que debe explotarse la ruta carretera como eje de una campaña promocional con incentivos a los viajeros. Resulta imperioso, pues, reavivar estrategias con conceptos novedosos como aquella aplicación de reembolsos del peaje de la autopista del Sol mediante descuentos en diversos negocios, o bien la elaboración de cuponeras que, además, permiten promocionar a los establecimientos participantes.

Sin embargo, para que esa directriz sea efectiva, también se requerirá de una aportación significativa del gobierno federal: un periodo de descuento atractivo en las casetas de la autopista hasta estabilizar el flujo de visitantes y permitir una recuperación a la economía local tras la crisis sanitaria.

Situación extraordinaria, insisto, amerita medidas de la misma naturaleza en un momento donde la solidaridad turística se vuelve pertinente, sin ambages ni predisposiciones políticas.

Y esto, irremediablemente, nos llevará sobre la marcha a crear un nuevo concepto de la marca Acapulco en el mercado nacional e internacional distinto al que conocíamos antes de la pandemia.

Pedro Kuri Pheres en Facebook

La “nueva normalidad” post pandemia, denominada eufemísticamente así por el gobierno de México, implicará una serie de ajustes en nuestra otrora vida diaria que alterará forzosamente el desarrollo de las actividades económicas y sociales.

En adelante, todos los sectores productivos deberán replantear sus esquemas de funcionamiento para prevenir brotes de contagios a futuro, mientras los esfuerzos multinacionales persisten en la búsqueda de una vacuna capaz de contener al mal mundial de nuestra era.

El turismo, por ejemplo, entrará bajo disposiciones sanitarias básicas en una nueva dinámica que evite, en lo posible, concentraciones masivas en playas, hoteles, restaurantes, albercas, clubes nocturnos y bares, pero esos establecimientos también deberán iniciar adecuaciones en sus instalaciones para mantener la sana distancia y someterse a procesos exhaustivos de sanitización que garanticen espacios asépticos a su clientela.

Los diversos distintivos en la industria turística que servían para identificar a las empresas comprometidas con servicios y procedimientos de calidad ahora deberán ser suplantados por certificaciones sanitarias tendientes a ofrecer áreas libres de contagio del nuevo coronavirus con acciones preventivas permanentes y capacitación al personal en medidas de higiene y de actuación ante la posible aparición de casos.

Debemos estar conscientes de la incierta y cambiante realidad que nos impone la emergencia sanitaria mundial, y conviene digerirlo lo más pronto posible si aspiramos a una pronta reactivación económica y de actividades no esenciales que formaban parte de nuestra cotidianidad.

Por lo pronto, afrontamos un periodo de confinamiento obligado que paraliza la actividad económica, pero no la capacidad de planeación y diseño de las estrategias a seguir conforme a la nueva normalidad en Acapulco que es lo concerniente.

Es necesario comenzar a tejer una estrategia de trabajo promovida por los tres órdenes de gobierno, que involucre a los grandes y pequeños hoteles, restauranteros, comerciantes y microempresarios, cuyo objetivo sea consolidar las bases de la nueva promoción turística en busca de atraer al mayor número de visitantes, una vez iniciada la fase del desconfinamiento.

El gobierno de Guerrero destacó en días recientes que Acapulco tiene como privilegio su cercanía geográfica con el Centro del país, lo cual le garantiza una reanudación de la actividad turística más rápida con respecto a otros destinos donde la principal vía de transporte para el arribo de visitantes es la aérea.

Y es precisamente, partiendo de esa premisa, que debe explotarse la ruta carretera como eje de una campaña promocional con incentivos a los viajeros. Resulta imperioso, pues, reavivar estrategias con conceptos novedosos como aquella aplicación de reembolsos del peaje de la autopista del Sol mediante descuentos en diversos negocios, o bien la elaboración de cuponeras que, además, permiten promocionar a los establecimientos participantes.

Sin embargo, para que esa directriz sea efectiva, también se requerirá de una aportación significativa del gobierno federal: un periodo de descuento atractivo en las casetas de la autopista hasta estabilizar el flujo de visitantes y permitir una recuperación a la economía local tras la crisis sanitaria.

Situación extraordinaria, insisto, amerita medidas de la misma naturaleza en un momento donde la solidaridad turística se vuelve pertinente, sin ambages ni predisposiciones políticas.

Y esto, irremediablemente, nos llevará sobre la marcha a crear un nuevo concepto de la marca Acapulco en el mercado nacional e internacional distinto al que conocíamos antes de la pandemia.

Pedro Kuri Pheres en Facebook