/ lunes 19 de octubre de 2020

Ejército ¿cuestionado?

El jueves el Ejército Mexicano se colocó en la mira de la opinión pública. Junto con comentarios diversos que lo mismo ratificaban la información a partir de la simple percepción, hasta el cuestionamiento a la seriedad de la misma, había algo que destacar, “una golondrina no hace verano”.

En Guerrero, la elección de 2005 rompía el hilo de la continuidad del PRI en el Poder Ejecutivo. Perdía la elección con Héctor Astudillo Flores que había pensado en retornar a su trabajo como abogado en el entones Distrito Federal, y dejar de lado la política, recuerdo esa entrevista que le formulé. Ganaba la elección Zeferino Torreblanca Galindo, postulado por el PRD, luego de una elección interna en el que había perdido un aspirante casi natural de esa posición, el defenestrado Armando Chavarría Barrera, quien ocupara la Coordinación del Congreso Local, y asesinado el 20 de agosto de 2009, en el periodo de ZTG.

En su carrera militar, que ha destacado por sus servicios como agregado militar y aéreo en las embajadas de México en Japón y en Corea del Sur, también pasa por el Estado de Guerrero, donde ocuparía uno de los cargos más importantes dentro del Ejército Mexicano en la entidad, Comandante de la Novena Región Militar, ubicado en el puerto de Acapulco. Era el año del cambio de gobierno en Guerrero.

Acapulco ha tenido diversas etapas de esplendor. Una de ellas impulsada por un carismático personaje, Jaime Camil Garza, padre del actor del mimo nombre. Un adinerado empresario que respalda su fortuna en consultoras (en 2015 un escándalo de sobornos entre Siemens y Pemex, lo involucró), en las relaciones con políticos –aspiró a ser Alcalde de Acapulco-, incluso del ámbito internacional, una figura del Jet Set, y muy cercano a estrellas del cine, protector de Luis Miguel en algún momento. Los datos que cita la periodista Anabel Hernández en su libro “México en llamas” cita a ambos personajes. Y a un tercero, Arturo Beltrán Leyva. Que se convertiría, según datos de la DEA, en la punta del acto de corrupción que le vinculan.

La polémica informativa aún está en ciernes. Destaca entre ellos el hecho de que parece no habría sido tomado en cuenta el gobierno mexicano para la detención en el país del General Cienfuegos, primero de éste rango en una vinculación de éste nivel que se le acusa en cuatro delitos: lavado de dinero y protección al narcotráfico, o quizá convenientemente haya sido así.

Los riesgos de que la acción divida al ejército y se vulnere la cohesión que ha dado buenos resultados a favor del país, sobre todo en el plan DN-III, la responsabilidad social frente al proceso de seguridad que le han encomendado, como otros más en los que los ha colocado el actual gobierno, la división de grupos al interior del Ejército con las consabidas consecuencias, y entre otros, el hecho de que se pone en el escrutinio público las acciones y la confianza a todo el Ejército Mexicano que en esa acción parece cuestionado.


El jueves el Ejército Mexicano se colocó en la mira de la opinión pública. Junto con comentarios diversos que lo mismo ratificaban la información a partir de la simple percepción, hasta el cuestionamiento a la seriedad de la misma, había algo que destacar, “una golondrina no hace verano”.

En Guerrero, la elección de 2005 rompía el hilo de la continuidad del PRI en el Poder Ejecutivo. Perdía la elección con Héctor Astudillo Flores que había pensado en retornar a su trabajo como abogado en el entones Distrito Federal, y dejar de lado la política, recuerdo esa entrevista que le formulé. Ganaba la elección Zeferino Torreblanca Galindo, postulado por el PRD, luego de una elección interna en el que había perdido un aspirante casi natural de esa posición, el defenestrado Armando Chavarría Barrera, quien ocupara la Coordinación del Congreso Local, y asesinado el 20 de agosto de 2009, en el periodo de ZTG.

En su carrera militar, que ha destacado por sus servicios como agregado militar y aéreo en las embajadas de México en Japón y en Corea del Sur, también pasa por el Estado de Guerrero, donde ocuparía uno de los cargos más importantes dentro del Ejército Mexicano en la entidad, Comandante de la Novena Región Militar, ubicado en el puerto de Acapulco. Era el año del cambio de gobierno en Guerrero.

Acapulco ha tenido diversas etapas de esplendor. Una de ellas impulsada por un carismático personaje, Jaime Camil Garza, padre del actor del mimo nombre. Un adinerado empresario que respalda su fortuna en consultoras (en 2015 un escándalo de sobornos entre Siemens y Pemex, lo involucró), en las relaciones con políticos –aspiró a ser Alcalde de Acapulco-, incluso del ámbito internacional, una figura del Jet Set, y muy cercano a estrellas del cine, protector de Luis Miguel en algún momento. Los datos que cita la periodista Anabel Hernández en su libro “México en llamas” cita a ambos personajes. Y a un tercero, Arturo Beltrán Leyva. Que se convertiría, según datos de la DEA, en la punta del acto de corrupción que le vinculan.

La polémica informativa aún está en ciernes. Destaca entre ellos el hecho de que parece no habría sido tomado en cuenta el gobierno mexicano para la detención en el país del General Cienfuegos, primero de éste rango en una vinculación de éste nivel que se le acusa en cuatro delitos: lavado de dinero y protección al narcotráfico, o quizá convenientemente haya sido así.

Los riesgos de que la acción divida al ejército y se vulnere la cohesión que ha dado buenos resultados a favor del país, sobre todo en el plan DN-III, la responsabilidad social frente al proceso de seguridad que le han encomendado, como otros más en los que los ha colocado el actual gobierno, la división de grupos al interior del Ejército con las consabidas consecuencias, y entre otros, el hecho de que se pone en el escrutinio público las acciones y la confianza a todo el Ejército Mexicano que en esa acción parece cuestionado.