/ jueves 8 de noviembre de 2018

De la tradición...

Constantemente estamos hablando de nuestras “tradiciones”, de nuestros usos y costumbres, etc. Incluso hay un orgullo muy legítimo en cuanto a ello se refiere, por lo que, una vez más, recordemos que tradición es la transmisión hecha, de generación en generación, de hechos históricos, doctrinas, leyes, costumbres, etc., que de alguna manera nos dan identidad como pueblo, frente a otros pueblos del orbe.

En la especie y siendo el nuestro un país lleno de tradiciones estamos frente a una verdaderamente arraigada entre los mexicanos que es la celebración del Día de Muertos, el día de mañana viernes 2 de Noviembre.

Todos recordamos (o deberíamos, simplemente por cultura general) que dicha celebración nace en la creencia azteca de la existencia del Mictlán, lugar a donde van aquellos muertos que fallecen de manera natural (los muertos en batalla o mujeres durante el parto, entre otros, no) después de pasar por 9 etapas o estadios de acuerdo a la cosmovisión mexica, luego de haber superado todos los obstáculos, el alma del difunto era recibida por Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, las deidades del inframundo, quienes le anunciaban el final de sus pesares: “Han terminado tus penas, vete pues a dormir tu sueño mortal”.

Al respecto y durante la penetración del catolicismo se agregaron a los ritos aztecas, los de los conquistadores, creándose un sincretismo que por siglos ha perdurado, en donde se recuerda a nuestros muertos, niños y todos santos (el día 1) y adultos (el 2), creándose altares domésticos o fuera de casa, en donde se adornan éstos, las ofrendas y los entierros con la flor de cempasúchil o cempoalxóchitl y se presentan los guisos y bebidas preferidas del difunto, así como que se acompaña con su música preferida.

Es un acto espiritual de devoción, de misticismo, en donde nuestro pueblo no celebra a la muerte, sino que se encuentra con sus seres queridos y los atrae a su convivencia con familiares y amigos. Desde el 2003 se ha considerado como Patrimonio Intangible de la Humanidad.

Lamentablemente en el extranjero se ha creído que aquí se celebra la muerte y tergiversando, una vez más, nuestras costumbres (ya nos endilgaron junto a estas fechas el jalogüín, nada que ver con lo nuestro y la Navidad, con un obeso anciano vestido de rojo, tampoco), a partir de una película titulada Spectrum, del agente 007, aparece un desfile con su interpretación de la “Catrina”, creación de José Guadalupe Posada a inicios del s. XX y ahora ya se celebra, por cuarta ocasión un desfile monumental en las principales avenidas de la capital, de puro jolgorio y diversión, con abundancia de las “catrinas” y otros disfraces que la gente disfruta a pasto. ¿Será pochismo, malinchismo o tal vez, globalización? O usted, asombrado lector, ¿Qué opina?


Constantemente estamos hablando de nuestras “tradiciones”, de nuestros usos y costumbres, etc. Incluso hay un orgullo muy legítimo en cuanto a ello se refiere, por lo que, una vez más, recordemos que tradición es la transmisión hecha, de generación en generación, de hechos históricos, doctrinas, leyes, costumbres, etc., que de alguna manera nos dan identidad como pueblo, frente a otros pueblos del orbe.

En la especie y siendo el nuestro un país lleno de tradiciones estamos frente a una verdaderamente arraigada entre los mexicanos que es la celebración del Día de Muertos, el día de mañana viernes 2 de Noviembre.

Todos recordamos (o deberíamos, simplemente por cultura general) que dicha celebración nace en la creencia azteca de la existencia del Mictlán, lugar a donde van aquellos muertos que fallecen de manera natural (los muertos en batalla o mujeres durante el parto, entre otros, no) después de pasar por 9 etapas o estadios de acuerdo a la cosmovisión mexica, luego de haber superado todos los obstáculos, el alma del difunto era recibida por Mictlantecuhtli y Mictlancihuatl, las deidades del inframundo, quienes le anunciaban el final de sus pesares: “Han terminado tus penas, vete pues a dormir tu sueño mortal”.

Al respecto y durante la penetración del catolicismo se agregaron a los ritos aztecas, los de los conquistadores, creándose un sincretismo que por siglos ha perdurado, en donde se recuerda a nuestros muertos, niños y todos santos (el día 1) y adultos (el 2), creándose altares domésticos o fuera de casa, en donde se adornan éstos, las ofrendas y los entierros con la flor de cempasúchil o cempoalxóchitl y se presentan los guisos y bebidas preferidas del difunto, así como que se acompaña con su música preferida.

Es un acto espiritual de devoción, de misticismo, en donde nuestro pueblo no celebra a la muerte, sino que se encuentra con sus seres queridos y los atrae a su convivencia con familiares y amigos. Desde el 2003 se ha considerado como Patrimonio Intangible de la Humanidad.

Lamentablemente en el extranjero se ha creído que aquí se celebra la muerte y tergiversando, una vez más, nuestras costumbres (ya nos endilgaron junto a estas fechas el jalogüín, nada que ver con lo nuestro y la Navidad, con un obeso anciano vestido de rojo, tampoco), a partir de una película titulada Spectrum, del agente 007, aparece un desfile con su interpretación de la “Catrina”, creación de José Guadalupe Posada a inicios del s. XX y ahora ya se celebra, por cuarta ocasión un desfile monumental en las principales avenidas de la capital, de puro jolgorio y diversión, con abundancia de las “catrinas” y otros disfraces que la gente disfruta a pasto. ¿Será pochismo, malinchismo o tal vez, globalización? O usted, asombrado lector, ¿Qué opina?