Reflexión: Tus acciones y palabras tienen consecuencias en ti y en los demás, por ello si reconoces la existencia de límites y eres responsable de tus gestos, actitudes, acciones y decisiones, tendrás una vida más trascendente, responsable, libre y feliz.
¿Puede una piedra caer sobre la superficie de un lago sin provocar círculos concéntricos? La imagen parece imposible.
De la misma manera en que la piedra modifica el estado de la superficie del agua, todas tus acciones y tus palabras tienen consecuencias, así como también aquello que no haces o lo que callas. El mero hecho de vivir es causa de numerosos efectos. Algunos de ellos los deseas, otros no, incluso hay efectos conscientes y otros inconscientes. Quizá haya algunos que sí conoces, pero hay muchos que ignoras.
Si eres consciente de esta realidad y de la interconexión para desarrollar capacidad de responder a las secuelas del diario vivir, te convierte en individuo responsable. No en vano la palabra responsabilidad proviene del vocablo latín responderé que significa “respuesta”.
Cuando se dice responsabilidad, no sólo se habla de deberes, cargas u obligaciones, que es como solemos entenderla, sino de un concepto mucho más amplio, hermanado con la idea de libertad. Si puedes responder por tus actos. Estás garantizando libertad para elegir. Si tienes que hacerte cargo con acciones y actitudes concretas, tú serás el responsable de tu conducta y no culparás a nadie, o al destino, o a la suerte, de las consecuencias que puedan incomodar o lastimar a los demás.
En contacto con el prójimo
La responsabilidad es un valor que sólo puedes concebir en el momento en que registras la existencia del otro, del prójimo. Porque es en él en quien se verifican los efectos de tus acciones. Siempre ayudamos, lastimamos, cooperamos, competimos, rechazamos, nutrimos o perjudicamos a un semejante (consciente o inconscientemente). Si ignoras las consecuencias de tus actos ignoras al otro. Esto sin embargo, no anula las consecuencias, y como siguen estando allí, si no hay responsables, serán necesarios los culpables. Cuantos más individuos existan en la relación de: sociedad, familia, pareja, grupo de amigos, centro de trabajo, o en cualquier comunidad humana, más aumenta la necesidad de encontrar culpables. Y ello impide que en ese entorno surja la confianza, a la vez que afecta a la calidad espiritual de esa comunidad de personas.
Límites que liberan
Vivir en la responsabilidad te hace libre. Libertad no es carecer de límites. Todo lo contrario. Los límites son parte esencial permanente y significativa de tu vida. Los límites te recuerdan que vives en un mundo con otros, entre otros, que son parte importante de un todo que te contiene. Los límites te dicen que no eres omnipotente ni autosuficiente, que eres una gota de agua en un inmenso mar, célula de un organismo, hoja de un árbol. Y eres responsable de ese mar, ese organismo y ese árbol. Las respuestas que importan realmente no son las que das de palabra, sino las respuestas activas: es decir, tus acciones, tus gestos, tus elecciones y tus decisiones.
Felicidad, tiempo y amor
En las respuestas activas es donde se instala la noción de responsabilidad. Cuanto más consciente seas de tus respuestas, más libre serás. La idea es que seas inconscientemente consciente. Así, ya no estarás pendiente de lo que otros no dan o no hacen. No culparás al destino, a los duendes, a la suerte, al vecino, al compañero, al amigo, a tus padres, a tu pareja, etcétera. Sabes que la felicidad es una consecuencia de tus acciones y de tus respuestas.
Hacia un mundo mejor
La responsabilidad bien entendida empieza en tu casa, en tu propia vida. Nadie puede vivirla por ti y eres quien elige cómo ha de transitarla. Cuando varias piedras caen simultáneamente sobre la superficie de un lago, sus círculos concéntricos, al entrecruzarse, crean hermosas figuras. Así de bellos pueden ser los trazos de tu vida responsable.
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