/ viernes 9 de julio de 2021

Compromiso ambiental

Lluvias torrenciales por todo lo ancho y largo del País y varias muertes de personas que han sido arrastradas por el caudal de agua que corre tanto por el campo como en las ciudades. El norte del continente está sufriendo una terrible ola de calor que ya ha causado cientos de muertes, sobre todo, de personas de la tercera edad. El casquete polar deshelándose y la temperatura del océano subiendo lo que provoca huracanes intensos que azotan las costas dejando a su paso daños y tristezas. En, pero, los ríos, lagos, lagunas y las presas están desbordadas para bien del campo y los animales. Pero, aunque parezca contradictorio, la sequía sigue y la desertificación avanza a pasos agigantados en nuestro México. Todo esto es consecuencia del cambio climático en el que pocos creemos o lo queremos ver lejano; craso error. O nos ponemos las pilas o la destrucción de la humanidad será en este siglo. No podemos seguir sobrecalentado el planeta de manera irresponsable condenando a nuestros hijos o nietos a un país árido, con ríos, lagunas, lagos o presas secas y sin especies que pescar. Las opciones son: lluvias torrenciales o sequía extrema. Temperaturas ardientes y sofocantes o heladas glaciares, así como terremotos intensos que resentiremos en los próximos años. Los mares de igual manera están teniendo cambios climáticos que han dañado a las especies que ahí habitan. La pregunta es ¿qué hacer? y ¿cuándo? Pues, nada fácil es la respuesta ya que la misma implica transformar varias industrias como la del petróleo, la aeronáutica, la de transformación, entre ella la de fabricar autos y la de refrigeradores y claro la de energía hidroeléctrica o centrales nucleares y también la de fabricación de armas sólo por mencionar algunas; que claro está, no están dispuestas a perder sus millonarias ganancias. Por otro lado, la humanidad entera debe actuar conjuntamente como un solo equipo tal y como lo vimos en el pico de la pandemia del Covid al mantenernos encerrados en nuestros hogares y apreciar cómo la naturaleza nos daba una cachetada con guante blanco al permitirnos mirar a las criaturas del bosque o selva por las calles de las ciudades sin dañar a nadie. El fenómeno del azul fosforescente en el mar como sucedió en nuestro puerto de Acapulco. Un aire libre de contaminantes en la CDMX. Sembrar y pintar de verde el planeta es sólo una solución a la mano de cualquiera de nosotros en la que podemos contribuir. Árboles y plantas en todos lados, hasta en la azotea, donde además se pueden crear huertas de hortalizas y frutas para el consumo propio. Los vecinos podemos sembrar uno o dos árboles en el frente de la casa y comprometernos a cuidarlo con agua y tierra. En las ciudades planas y con clima templado desalentar el uso del vehículo motorizado por la bicicleta o en último de los casos el transporte público que también debe cambiar a energía eléctrica o solar. El saneamiento básico por parte de las autoridades de las ciudades debe dirigirse a evitar la basura que trae fauna nociva, el taponeo de las presas gavión y el arrastre en las barrancas. Una cultura ambiental desde el kínder hasta la universidad y el compromiso de los niños adolescentes y adultos en todo esto. La limpieza de la basura cotidiana en la playa y en general en las ciudades y la menor utilización del terrible plástico y pet cuya degradación tarda cientos de años. Ya no podemos ser indolentes e irresponsables, ni pensar que no llegará el día en que la naturaleza nos cobre el daño que por siglos le hemos hecho. COMPROMETÁMONOS tanto gobierno como sociedad.

Lluvias torrenciales por todo lo ancho y largo del País y varias muertes de personas que han sido arrastradas por el caudal de agua que corre tanto por el campo como en las ciudades. El norte del continente está sufriendo una terrible ola de calor que ya ha causado cientos de muertes, sobre todo, de personas de la tercera edad. El casquete polar deshelándose y la temperatura del océano subiendo lo que provoca huracanes intensos que azotan las costas dejando a su paso daños y tristezas. En, pero, los ríos, lagos, lagunas y las presas están desbordadas para bien del campo y los animales. Pero, aunque parezca contradictorio, la sequía sigue y la desertificación avanza a pasos agigantados en nuestro México. Todo esto es consecuencia del cambio climático en el que pocos creemos o lo queremos ver lejano; craso error. O nos ponemos las pilas o la destrucción de la humanidad será en este siglo. No podemos seguir sobrecalentado el planeta de manera irresponsable condenando a nuestros hijos o nietos a un país árido, con ríos, lagunas, lagos o presas secas y sin especies que pescar. Las opciones son: lluvias torrenciales o sequía extrema. Temperaturas ardientes y sofocantes o heladas glaciares, así como terremotos intensos que resentiremos en los próximos años. Los mares de igual manera están teniendo cambios climáticos que han dañado a las especies que ahí habitan. La pregunta es ¿qué hacer? y ¿cuándo? Pues, nada fácil es la respuesta ya que la misma implica transformar varias industrias como la del petróleo, la aeronáutica, la de transformación, entre ella la de fabricar autos y la de refrigeradores y claro la de energía hidroeléctrica o centrales nucleares y también la de fabricación de armas sólo por mencionar algunas; que claro está, no están dispuestas a perder sus millonarias ganancias. Por otro lado, la humanidad entera debe actuar conjuntamente como un solo equipo tal y como lo vimos en el pico de la pandemia del Covid al mantenernos encerrados en nuestros hogares y apreciar cómo la naturaleza nos daba una cachetada con guante blanco al permitirnos mirar a las criaturas del bosque o selva por las calles de las ciudades sin dañar a nadie. El fenómeno del azul fosforescente en el mar como sucedió en nuestro puerto de Acapulco. Un aire libre de contaminantes en la CDMX. Sembrar y pintar de verde el planeta es sólo una solución a la mano de cualquiera de nosotros en la que podemos contribuir. Árboles y plantas en todos lados, hasta en la azotea, donde además se pueden crear huertas de hortalizas y frutas para el consumo propio. Los vecinos podemos sembrar uno o dos árboles en el frente de la casa y comprometernos a cuidarlo con agua y tierra. En las ciudades planas y con clima templado desalentar el uso del vehículo motorizado por la bicicleta o en último de los casos el transporte público que también debe cambiar a energía eléctrica o solar. El saneamiento básico por parte de las autoridades de las ciudades debe dirigirse a evitar la basura que trae fauna nociva, el taponeo de las presas gavión y el arrastre en las barrancas. Una cultura ambiental desde el kínder hasta la universidad y el compromiso de los niños adolescentes y adultos en todo esto. La limpieza de la basura cotidiana en la playa y en general en las ciudades y la menor utilización del terrible plástico y pet cuya degradación tarda cientos de años. Ya no podemos ser indolentes e irresponsables, ni pensar que no llegará el día en que la naturaleza nos cobre el daño que por siglos le hemos hecho. COMPROMETÁMONOS tanto gobierno como sociedad.