/ martes 9 de noviembre de 2021

Ciencia para la Paz y el Desarrollo

Por resolución de la Organización de las Naciones Unidas, acordada en Budapest en 1999, la comunidad internacional conmemora el 10 de noviembre de cada año el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo. Fecha cuyo objetivo es renovar el compromiso, tanto a nivel nacional como internacional a favor de la ciencia como la herramienta para el desarrollo, haciendo hincapié en su uso responsable para beneficio de las sociedades, principalmente para la erradicación de la pobreza.

Al amparo de lo anterior, es posible observar que aquellas latitudes del orbe en las que se ha respaldado e impulsado el desarrollo tecnológico con plenitud, son las que mayoritariamente social y económico optar por alcanzar. Pues no es menor señalar que la ciencia y tecnología se han convertido en el rubro sobre el cual orbitan las grandes transformaciones de este siglo, toda vez que los avances científicos son los que nos permiten hallar las mejores soluciones a los nuevos desafíos económicos, sociales, sanitarios o ambientales.

Es por ello que la ciencia se constituye como uno de los principales activos y valores para las sociedades contemporáneas. Dicha situación ha quedado puntualmente probada como respuesta a los desafíos sanitarios, ya que los avances de investigación en el combate al virus SARS-CoV-2 permitieron que menos vidas cobrara el virus, a través de la generación de vacunas e implementación de insumos médicos cada vez más efectivos.

Bajo esta tesitura, es indudable que la ciencia debe apreciarse como un rubro de inobjetable observancia y atención dentro de las políticas públicas de los gobiernos, debiendo hacer un uso responsable de los avances que se tienen en la materia.

Desafortunadamente, nuestro país ha demostrado resistencias y rezagos al desarrollo de la ciencia y tecnología durante los últimos años pues a pesar de contar con institutos, universidades y centros de investigación que han hecho contribuciones importantes, sólo no han explotado su máximo potencial al no contar con los apoyos técnicos y financieros necesarios para tal acomedido.

Diversos han sido los sectores en los que instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional han puesto en alto el nombre de nuestro país; sin embargo, esta tendencia se ha visto limitada cada año en mayor medida con la animadversión por parte del gobierno federal al tratamiento e impulso de estos temas.

En ese sentido, es necesario incrementar y renovar los apoyos que se brindan a las personas que desarrollan estas actividades; lo anterior, a través del fortalecimiento del capital humano con la asignación de recursos presupuestarios que representan cada vez un mayor porcentaje del Producto Interno Bruto.

Y si bien es cierto que se han realizado interesantes y valioso estudios de investigación en diversas materias como la, también lo es que muchos de ellos han quedado en el olvido por parte de las autoridades. Sobre el particular, es menester recordar que este año, la Organización de las Naciones Unidas ha adoptado como estandarte el hecho de construir comunidades preparadas para el cambio climático, acercando los avances en la materia al hecho de brindar un respiro al medio ambiente, así como impulsar la generación y uso de energías limpias.

Por lo anterior, es indispensable que se fortalezcan y canalicen adecuadamente todos los apoyos para la ciencia y tecnología, oportunidad de la que no debe pasar por alto la Cámara de Diputados en el análisis, discusión y eventual aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación para el año 2022.

Por resolución de la Organización de las Naciones Unidas, acordada en Budapest en 1999, la comunidad internacional conmemora el 10 de noviembre de cada año el Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo. Fecha cuyo objetivo es renovar el compromiso, tanto a nivel nacional como internacional a favor de la ciencia como la herramienta para el desarrollo, haciendo hincapié en su uso responsable para beneficio de las sociedades, principalmente para la erradicación de la pobreza.

Al amparo de lo anterior, es posible observar que aquellas latitudes del orbe en las que se ha respaldado e impulsado el desarrollo tecnológico con plenitud, son las que mayoritariamente social y económico optar por alcanzar. Pues no es menor señalar que la ciencia y tecnología se han convertido en el rubro sobre el cual orbitan las grandes transformaciones de este siglo, toda vez que los avances científicos son los que nos permiten hallar las mejores soluciones a los nuevos desafíos económicos, sociales, sanitarios o ambientales.

Es por ello que la ciencia se constituye como uno de los principales activos y valores para las sociedades contemporáneas. Dicha situación ha quedado puntualmente probada como respuesta a los desafíos sanitarios, ya que los avances de investigación en el combate al virus SARS-CoV-2 permitieron que menos vidas cobrara el virus, a través de la generación de vacunas e implementación de insumos médicos cada vez más efectivos.

Bajo esta tesitura, es indudable que la ciencia debe apreciarse como un rubro de inobjetable observancia y atención dentro de las políticas públicas de los gobiernos, debiendo hacer un uso responsable de los avances que se tienen en la materia.

Desafortunadamente, nuestro país ha demostrado resistencias y rezagos al desarrollo de la ciencia y tecnología durante los últimos años pues a pesar de contar con institutos, universidades y centros de investigación que han hecho contribuciones importantes, sólo no han explotado su máximo potencial al no contar con los apoyos técnicos y financieros necesarios para tal acomedido.

Diversos han sido los sectores en los que instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México y el Instituto Politécnico Nacional han puesto en alto el nombre de nuestro país; sin embargo, esta tendencia se ha visto limitada cada año en mayor medida con la animadversión por parte del gobierno federal al tratamiento e impulso de estos temas.

En ese sentido, es necesario incrementar y renovar los apoyos que se brindan a las personas que desarrollan estas actividades; lo anterior, a través del fortalecimiento del capital humano con la asignación de recursos presupuestarios que representan cada vez un mayor porcentaje del Producto Interno Bruto.

Y si bien es cierto que se han realizado interesantes y valioso estudios de investigación en diversas materias como la, también lo es que muchos de ellos han quedado en el olvido por parte de las autoridades. Sobre el particular, es menester recordar que este año, la Organización de las Naciones Unidas ha adoptado como estandarte el hecho de construir comunidades preparadas para el cambio climático, acercando los avances en la materia al hecho de brindar un respiro al medio ambiente, así como impulsar la generación y uso de energías limpias.

Por lo anterior, es indispensable que se fortalezcan y canalicen adecuadamente todos los apoyos para la ciencia y tecnología, oportunidad de la que no debe pasar por alto la Cámara de Diputados en el análisis, discusión y eventual aprobación del Presupuesto de Egresos de la Federación para el año 2022.