/ martes 29 de diciembre de 2020

Cerrar las playas, proteger la vida

Con todo y lo romántico que pueda ser el disfrutar las tibias aguas de la bahía más hermosa del mundo a la luz de la luna, como en condiciones normales mucha gente lo hace, sobre todo en los tramos de suave oleaje, la decisión de cerrar las playas a las 7 de la noche no es algo que deba alarmarnos ni causarnos escozor.

Ante la difícil situación que estamos atravesando a causa de la pandemia por el Covid-19, las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias para evitar la propagación del temible y mortífero virus deben interpretarse como parte de la obligación que tienen los gobiernos por salvaguardar la vida de los ciudadanos, y en este caso, como lo han explicado, se trata de evitar aglomeraciones en lugares donde regularmente acostumbran reunirse personas y no precisamente para bañarse.

El ejemplo más palpable es el área del Asta Bandera de la playa Papagayo, lo mismo que en la playa Tamarindos, que al caer la tarde y parte de la noche se convierten en verdaderas cantinas y no solamente los turistas, sino los propios residentes acostumbran acudir en bola a ingerir bebidas embriagantes y escuchar música estridente, sin las medidas sanitarias respectivas.

A ello hay que sumarle lo riesgoso que representa que bajo el influjo del alcohol las personas se introduzcan al mar, lo cual ha derivado incluso en tragedias como la ocurrida hace pocos días cuando un turista resultó ahogado precisamente por meterse a deshoras de la noche a nadar junto a su familia en esas condiciones.

Así, por donde se le quiera ver, cerrar las playas a partir de las siete de la noche en Acapulco es una buena medida, pues de lo que se trata es de evitar a toda costa que se incrementen los contagios, y en general proteger la vida de las familias, tanto de quienes nos visitan como de los propios acapulqueños.

Hasta ahora, la temporada vacacional decembrina ha transcurrido sin mayores contratiempos y esperemos que así continúe, con la esperanza de que ello nos permita en un futuro no muy lejano regresar completamente a la normalidad.

Mientras tanto… ¡Jálalo que es pargo!

Con todo y lo romántico que pueda ser el disfrutar las tibias aguas de la bahía más hermosa del mundo a la luz de la luna, como en condiciones normales mucha gente lo hace, sobre todo en los tramos de suave oleaje, la decisión de cerrar las playas a las 7 de la noche no es algo que deba alarmarnos ni causarnos escozor.

Ante la difícil situación que estamos atravesando a causa de la pandemia por el Covid-19, las medidas adoptadas por las autoridades sanitarias para evitar la propagación del temible y mortífero virus deben interpretarse como parte de la obligación que tienen los gobiernos por salvaguardar la vida de los ciudadanos, y en este caso, como lo han explicado, se trata de evitar aglomeraciones en lugares donde regularmente acostumbran reunirse personas y no precisamente para bañarse.

El ejemplo más palpable es el área del Asta Bandera de la playa Papagayo, lo mismo que en la playa Tamarindos, que al caer la tarde y parte de la noche se convierten en verdaderas cantinas y no solamente los turistas, sino los propios residentes acostumbran acudir en bola a ingerir bebidas embriagantes y escuchar música estridente, sin las medidas sanitarias respectivas.

A ello hay que sumarle lo riesgoso que representa que bajo el influjo del alcohol las personas se introduzcan al mar, lo cual ha derivado incluso en tragedias como la ocurrida hace pocos días cuando un turista resultó ahogado precisamente por meterse a deshoras de la noche a nadar junto a su familia en esas condiciones.

Así, por donde se le quiera ver, cerrar las playas a partir de las siete de la noche en Acapulco es una buena medida, pues de lo que se trata es de evitar a toda costa que se incrementen los contagios, y en general proteger la vida de las familias, tanto de quienes nos visitan como de los propios acapulqueños.

Hasta ahora, la temporada vacacional decembrina ha transcurrido sin mayores contratiempos y esperemos que así continúe, con la esperanza de que ello nos permita en un futuro no muy lejano regresar completamente a la normalidad.

Mientras tanto… ¡Jálalo que es pargo!

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