/ domingo 21 de junio de 2020

Cerrar Filas

En México no hemos logrado cerrar filas en torno a un tema. Y no ha logrado hacerlo la pandemia de COVID-19. Somos una Nación diversa, con problemas específicos en cada región que hace, eso sí, que se cierren filas en los lugares donde un tema en particular les afecte como comunidad. Ha sucedido con el efecto de las lluvias. Ha sucedido en caso de sismos. Ha sucedido con la política?

Andrés Manuel López Obrador ha construido su historia y su nombre. Y para hacerlo, ha construido un discurso enérgico de campaña con resultados favorables. Y ha ocupado al propio sistema para alimentar un pensamiento colectivo que, ese sí, ha logrado permear en una sociedad diversa en sectores que han querido impulsar cambios en las formas del ejercicio del poder.

Lo que ha hecho le ha funcionado. Citar por ejemplo su salida del PRI, dirigir el PRD, ser Jefe de Gobierno de la hoy CDMX, lugares donde no ha estado exenta su presencia de polémica y ha salido bien, incluido del famoso “complot” que le dejó una enorme solidaridad y que le permitió salir con una bandera de víctima del sistema a recorrer el país y construir con perseverancia un equipo de trabajo electoral que, sumado a voces, plumas, intelectuales, etc., finalmente, lo encumbró a la Presidencia de la República.

Si de una narrativa literaria se tratara el cuento, mito, leyenda podría cerrarse aquí. Como suelen hacerlo las lecturas que hacemos a nuestros hijos e hijas y que saben que cuando decimos “y vivieron felices para siempre”, es hora de apagar la luz, cerrar los ojos y dormir.

Solo que el sueño es también una continuidad donde el pensamiento se mantiene activo, y parece que al final de esa historia con el triunfo del bueno alcanzando la victoria, se ha convertido en el principio de otra historia. Solo que ésta no le ha dejado lo que más preciado significa para su estilo: la aprobación popular y el enojo singular en grupos hacia los que dirige su discurso.

Él no entiende cómo es que no “han” logrado unirse todos los sectores en un solo grupo -dirigido por él por supuesto-. Porqué el atrevimiento de disentir de lo que diga, porqué la crítica a lo que hace, porque el enfoque hacia su presencia y figura. Porque es el poder. Porque quien sea, quien esté, se llame como se llame o el partido que sea, tiene un común denominador: está en el escrutinio público.

Solo que la caída de la imagen presidencial ha sido más visible porque no ha sido congruente con lo que abanderó, por ejemplo, combatir el nepotismo, y combatir la corrupción. En éste terreno han salido a la luz dos personas de su equipo: Jeickol Polewsky, e Irma Eréndira Sandoval. Aunque como poder nos muestra una diferencia entre ambas, y que parece lo determina el grado de cariño que les profesa que viene a determinar que a los amigos justicia y gracia -como muestra todo el gabinete ha cerrado filas a favor de una de ellas, aunque su defensa deje más puntos negativos y la percepción de que en algún momento del camino no coinciden los datos-, y a los enemigos justicia a secas. O solo es parte del sueño y despertaremos. Surrealismo?

En México no hemos logrado cerrar filas en torno a un tema. Y no ha logrado hacerlo la pandemia de COVID-19. Somos una Nación diversa, con problemas específicos en cada región que hace, eso sí, que se cierren filas en los lugares donde un tema en particular les afecte como comunidad. Ha sucedido con el efecto de las lluvias. Ha sucedido en caso de sismos. Ha sucedido con la política?

Andrés Manuel López Obrador ha construido su historia y su nombre. Y para hacerlo, ha construido un discurso enérgico de campaña con resultados favorables. Y ha ocupado al propio sistema para alimentar un pensamiento colectivo que, ese sí, ha logrado permear en una sociedad diversa en sectores que han querido impulsar cambios en las formas del ejercicio del poder.

Lo que ha hecho le ha funcionado. Citar por ejemplo su salida del PRI, dirigir el PRD, ser Jefe de Gobierno de la hoy CDMX, lugares donde no ha estado exenta su presencia de polémica y ha salido bien, incluido del famoso “complot” que le dejó una enorme solidaridad y que le permitió salir con una bandera de víctima del sistema a recorrer el país y construir con perseverancia un equipo de trabajo electoral que, sumado a voces, plumas, intelectuales, etc., finalmente, lo encumbró a la Presidencia de la República.

Si de una narrativa literaria se tratara el cuento, mito, leyenda podría cerrarse aquí. Como suelen hacerlo las lecturas que hacemos a nuestros hijos e hijas y que saben que cuando decimos “y vivieron felices para siempre”, es hora de apagar la luz, cerrar los ojos y dormir.

Solo que el sueño es también una continuidad donde el pensamiento se mantiene activo, y parece que al final de esa historia con el triunfo del bueno alcanzando la victoria, se ha convertido en el principio de otra historia. Solo que ésta no le ha dejado lo que más preciado significa para su estilo: la aprobación popular y el enojo singular en grupos hacia los que dirige su discurso.

Él no entiende cómo es que no “han” logrado unirse todos los sectores en un solo grupo -dirigido por él por supuesto-. Porqué el atrevimiento de disentir de lo que diga, porqué la crítica a lo que hace, porque el enfoque hacia su presencia y figura. Porque es el poder. Porque quien sea, quien esté, se llame como se llame o el partido que sea, tiene un común denominador: está en el escrutinio público.

Solo que la caída de la imagen presidencial ha sido más visible porque no ha sido congruente con lo que abanderó, por ejemplo, combatir el nepotismo, y combatir la corrupción. En éste terreno han salido a la luz dos personas de su equipo: Jeickol Polewsky, e Irma Eréndira Sandoval. Aunque como poder nos muestra una diferencia entre ambas, y que parece lo determina el grado de cariño que les profesa que viene a determinar que a los amigos justicia y gracia -como muestra todo el gabinete ha cerrado filas a favor de una de ellas, aunque su defensa deje más puntos negativos y la percepción de que en algún momento del camino no coinciden los datos-, y a los enemigos justicia a secas. O solo es parte del sueño y despertaremos. Surrealismo?