/ viernes 12 de febrero de 2021

Candidatos de ocasión

En 2002, cuando ya gozaba de cierta confianza y seguridad en el terreno electoral, cinco personajes tocaron las puertas del PRD en Acapulco buscando abanderar sus siglas en la elección de presidente municipal de ese año, convencidos de que el triunfo de Zeferino Torreblanca Galindo y el desmoronamiento nacional del PRI abría una nueva brecha de posibilidades a esa opción política. Y así fue: el sol azteca logró su segunda victoria consecutiva en el municipio más importante de Guerrero y se enfilaba a repetir la hazaña en el gobierno estatal. Para 2005, con Torreblanca Galindo ya como primer gobernador perredista en Guerrero, el interés por ser candidato de ese partido en Acapulco despertó ambiciones adormecidas en cuatro personajes que disputaron la nominación ante un tercer triunfo inminente.

Sin embargo, la hegemonía fue efímera y la carta fuerte del PRD en 2008, elegida de entre seis aspirantes, no impidió que el tricolor recuperara fueros -aunque solo por un trienio- tras una estrepitosa administración municipal.

La derrota no amilanó la ambición entre los perredistas y al menos seis personajes -militantes y no militantes- se inscribieron nuevamente para la elección de 2012, aunque el partido ya había optado por adherirse a una coalición con Movimiento Ciudadano y su entonces candidato. Con menos interés en la candidatura, quizá anticipando su dramático ocaso, el PRD contendió en 2015 con candidato propio y ganó para perderlo todo porque gran parte de sus bases, estructura y líderes emprendieron la mudanza hacia un Movimiento Regeneración Nacional que hoy domina el gobierno federal, seis gobiernos estatales, la mayoría del Congreso de la Unión y buena parte de presidencias municipales del país. De hecho, sorpresivamente, Morena ganó Acapulco en 2018 con una campaña que consistió en colgarse -como la gran mayoría de los triunfadores de esa elección- de la imagen de Andrés Manuel López Obrador.

Seguros de que el efecto lopezobradorista surtirá el mismo efecto en la próxima elección, Morena, sin precedente en ningún partido político, recibió hasta ayer el registro de “25” aspirantes a la candidatura para presidente municipal. El copioso número de solicitudes -sí, 25 interesados, distante a aquellos cuatro o seis que disputaban las elecciones internas perredistas- es una muestra aberrante de la desmesurada ambición de poder entre personajes que no han contribuido de ninguna manera a revertir el grave rezago de obras, servicios públicos, seguridad pública, desarrollo social y turismo en Acapulco. El colmo es que algunos ni siquiera son residentes, pero vienen con oportuna carta de recomendación. Otros, sin ápice de dignidad, fueron incluidos como premio de consolación por haber sido desechados de la selección de candidato a la gubernatura, como la propia alcaldesa Adela Román; el ex súper delegado federal en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval y la ex perredista que brinca entre el Partido del Trabajo y Morena, Beatriz Mojica Morga. Gran parte del resto, movidos también por el oportunismo y la ocasión, sobra mencionarlos.

El estancamiento del desarrollo económico y social del puerto tiene su origen en la falta de vocación de servicio público de nuestros gobernantes que han depuesto el bien común por su codicia de poder y sus finanzas personales, intereses sobradamente delatados en la extensa fila de 25 suspirantes de Morena que buscan despachar en el Palacio del Parque Papagayo.

Acapulco no requiere un personaje afín a la 4T ni cercano al presidente de la República. Sus necesidades y problemas claman un servidor público sensible que no lesione la economía de miles de familias dependientes del turismo en momentos de crisis por esta pandemia, y reencauce un gobierno extraviado que nada logró en esta era transformadora.

En 2002, cuando ya gozaba de cierta confianza y seguridad en el terreno electoral, cinco personajes tocaron las puertas del PRD en Acapulco buscando abanderar sus siglas en la elección de presidente municipal de ese año, convencidos de que el triunfo de Zeferino Torreblanca Galindo y el desmoronamiento nacional del PRI abría una nueva brecha de posibilidades a esa opción política. Y así fue: el sol azteca logró su segunda victoria consecutiva en el municipio más importante de Guerrero y se enfilaba a repetir la hazaña en el gobierno estatal. Para 2005, con Torreblanca Galindo ya como primer gobernador perredista en Guerrero, el interés por ser candidato de ese partido en Acapulco despertó ambiciones adormecidas en cuatro personajes que disputaron la nominación ante un tercer triunfo inminente.

Sin embargo, la hegemonía fue efímera y la carta fuerte del PRD en 2008, elegida de entre seis aspirantes, no impidió que el tricolor recuperara fueros -aunque solo por un trienio- tras una estrepitosa administración municipal.

La derrota no amilanó la ambición entre los perredistas y al menos seis personajes -militantes y no militantes- se inscribieron nuevamente para la elección de 2012, aunque el partido ya había optado por adherirse a una coalición con Movimiento Ciudadano y su entonces candidato. Con menos interés en la candidatura, quizá anticipando su dramático ocaso, el PRD contendió en 2015 con candidato propio y ganó para perderlo todo porque gran parte de sus bases, estructura y líderes emprendieron la mudanza hacia un Movimiento Regeneración Nacional que hoy domina el gobierno federal, seis gobiernos estatales, la mayoría del Congreso de la Unión y buena parte de presidencias municipales del país. De hecho, sorpresivamente, Morena ganó Acapulco en 2018 con una campaña que consistió en colgarse -como la gran mayoría de los triunfadores de esa elección- de la imagen de Andrés Manuel López Obrador.

Seguros de que el efecto lopezobradorista surtirá el mismo efecto en la próxima elección, Morena, sin precedente en ningún partido político, recibió hasta ayer el registro de “25” aspirantes a la candidatura para presidente municipal. El copioso número de solicitudes -sí, 25 interesados, distante a aquellos cuatro o seis que disputaban las elecciones internas perredistas- es una muestra aberrante de la desmesurada ambición de poder entre personajes que no han contribuido de ninguna manera a revertir el grave rezago de obras, servicios públicos, seguridad pública, desarrollo social y turismo en Acapulco. El colmo es que algunos ni siquiera son residentes, pero vienen con oportuna carta de recomendación. Otros, sin ápice de dignidad, fueron incluidos como premio de consolación por haber sido desechados de la selección de candidato a la gubernatura, como la propia alcaldesa Adela Román; el ex súper delegado federal en Guerrero, Pablo Amílcar Sandoval y la ex perredista que brinca entre el Partido del Trabajo y Morena, Beatriz Mojica Morga. Gran parte del resto, movidos también por el oportunismo y la ocasión, sobra mencionarlos.

El estancamiento del desarrollo económico y social del puerto tiene su origen en la falta de vocación de servicio público de nuestros gobernantes que han depuesto el bien común por su codicia de poder y sus finanzas personales, intereses sobradamente delatados en la extensa fila de 25 suspirantes de Morena que buscan despachar en el Palacio del Parque Papagayo.

Acapulco no requiere un personaje afín a la 4T ni cercano al presidente de la República. Sus necesidades y problemas claman un servidor público sensible que no lesione la economía de miles de familias dependientes del turismo en momentos de crisis por esta pandemia, y reencauce un gobierno extraviado que nada logró en esta era transformadora.