/ jueves 17 de junio de 2021

Aritmética y Geometría

En el ejercicio de la democracia (procesos electorales) cada actor político busca sumar el mayor número de votos (aritmética); pero para gobernar se requiere integrar el mayor número de factores (geometría). Hagamos un ejercicio muy elemental para entender lo anterior: pensemos en que concursan para ganar el poder los “cuadrados”, los “rombos”, los “círculos”, los “triángulos”; y resulta que ganan los primeros. Bueno, ellos tienen derecho a gobernar, a dirigir. Pero, ya para hacerlo, se requiere el concurso de todos porque, lo que quieran construir, requiere la participación de todos aquellos que no obtuvieron el primer lugar, pero que son necesarios e indispensables para la edificación de cualquier proyecto.

Esto lo traigo a colación porque no me parece maduro ni sensato, ni mucho menos razonable el discurso de aquellos ganadores que invocan que arrasaron con el oponente. No es verdad. De acuerdo con el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana votaron un millón 480 mil 415 electores; esto es, el 57.7 por ciento de participación. El 42.3 por ciento se abstuvo; es decir, no sabemos qué piensan o a qué proyecto se suscriben. El ganador para la gubernatura fue Morena con 642 mil 962 sufragios, que representa el 43.4 por ciento de la votación total. Por su parte, la coalición PRI-PRD obtuvo 580 mil 825 votos, que representa el 39.2 por ciento. Entre el segundo y primer lugar apenas hay un 4.2 por ciento de diferencia, suficiente para ganar pero no para gobernar. Mucho más, si consideramos sumar la votación de otros partidos que obtuvieron la aprobación y elección de otros electores que representan el 13.8 por ciento. Los “perdedores” entonces suman el 53 por ciento. De manera que no es sensato “echar el caballo” a miles de guerrerenses que conforman más de la mitad de electores que no apoyan al ganador; mucho menos creer que se contó con el respaldo de “todo el pueblo de Guerrero”. Los que votaron por otras opciones están ahí, en cada pueblo, en cada municipio, en todo el estado; no han dejado de existir ni han desaparecido. Es cierto que para ganar basta un solo voto de ventaja. Pero para gobernar se requiere el esfuerzo y apoyo del mayor número posible de voluntades.

Si es verdad el discurso de conciliación, entonces sería de sentido común, de racionalidad política, de altura de miras y de estadista, convocar a todos los actores y factores políticos para integrarse bajo la dirección y gobierno del ganador. Así se lograría que todos “remen” en la misma dirección. Nuestro estado se encuentra entre los últimos tres lugares de crecimiento económico, de desarrollo, de bienestar, de educación. Además, los presupuestos basados en las participaciones federales y los impuestos no van a aumentar. Así es que no hay “tela de dónde cortar” para nada, más que para los programas, obras y servicios de siempre. Se requiere inversión, mucha inversión. Pero para atraerla se requieren condiciones favorables para ella. Y la primera de esas condiciones es una sociedad tranquila, en paz, con todas las organizaciones de la sociedad civil y la política haciendo sinergia con su gobierno.

En el ejercicio de la democracia (procesos electorales) cada actor político busca sumar el mayor número de votos (aritmética); pero para gobernar se requiere integrar el mayor número de factores (geometría). Hagamos un ejercicio muy elemental para entender lo anterior: pensemos en que concursan para ganar el poder los “cuadrados”, los “rombos”, los “círculos”, los “triángulos”; y resulta que ganan los primeros. Bueno, ellos tienen derecho a gobernar, a dirigir. Pero, ya para hacerlo, se requiere el concurso de todos porque, lo que quieran construir, requiere la participación de todos aquellos que no obtuvieron el primer lugar, pero que son necesarios e indispensables para la edificación de cualquier proyecto.

Esto lo traigo a colación porque no me parece maduro ni sensato, ni mucho menos razonable el discurso de aquellos ganadores que invocan que arrasaron con el oponente. No es verdad. De acuerdo con el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana votaron un millón 480 mil 415 electores; esto es, el 57.7 por ciento de participación. El 42.3 por ciento se abstuvo; es decir, no sabemos qué piensan o a qué proyecto se suscriben. El ganador para la gubernatura fue Morena con 642 mil 962 sufragios, que representa el 43.4 por ciento de la votación total. Por su parte, la coalición PRI-PRD obtuvo 580 mil 825 votos, que representa el 39.2 por ciento. Entre el segundo y primer lugar apenas hay un 4.2 por ciento de diferencia, suficiente para ganar pero no para gobernar. Mucho más, si consideramos sumar la votación de otros partidos que obtuvieron la aprobación y elección de otros electores que representan el 13.8 por ciento. Los “perdedores” entonces suman el 53 por ciento. De manera que no es sensato “echar el caballo” a miles de guerrerenses que conforman más de la mitad de electores que no apoyan al ganador; mucho menos creer que se contó con el respaldo de “todo el pueblo de Guerrero”. Los que votaron por otras opciones están ahí, en cada pueblo, en cada municipio, en todo el estado; no han dejado de existir ni han desaparecido. Es cierto que para ganar basta un solo voto de ventaja. Pero para gobernar se requiere el esfuerzo y apoyo del mayor número posible de voluntades.

Si es verdad el discurso de conciliación, entonces sería de sentido común, de racionalidad política, de altura de miras y de estadista, convocar a todos los actores y factores políticos para integrarse bajo la dirección y gobierno del ganador. Así se lograría que todos “remen” en la misma dirección. Nuestro estado se encuentra entre los últimos tres lugares de crecimiento económico, de desarrollo, de bienestar, de educación. Además, los presupuestos basados en las participaciones federales y los impuestos no van a aumentar. Así es que no hay “tela de dónde cortar” para nada, más que para los programas, obras y servicios de siempre. Se requiere inversión, mucha inversión. Pero para atraerla se requieren condiciones favorables para ella. Y la primera de esas condiciones es una sociedad tranquila, en paz, con todas las organizaciones de la sociedad civil y la política haciendo sinergia con su gobierno.