Reflexión: Para sanar las heridas y comenzar de nuevo, es necesario desprenderse del peso del reproche, tanto hacia ti, como hacia los demás.
Quizá la mayoría ha expresado “esto… no te lo perdonaré nunca”. Así, se supone que el principal daño se le está haciendo a la otra persona. Pero el único y mayor daño es para la persona que sentenció la frase anterior. Para no perdonar es necesario recordar constantemente aquello que lastimó o lesionó la relación, juntando rabia, desilusión, frustración y resentimiento. Lo mismo sucede si el error lo comete consigo mismo, no deja de reprocharse constantemente lo que hizo o dejó de hacer, esto impide una reparación del daño saludable.
Aprender a perdonar y perdonarse es la única manera para dejar atrás una mala experiencia y empezar de nuevo.
Perdonar libera la carga de sostener permanentemente la herida abierta y mucho ayuda a construir un presente sin sombras de un pasado doloroso. Perdonar es dejar atrás el dolor y mirar hacia adelante con ilusión, confianza y seguridad.
Poner punto final y marcar límites es verdaderamente sano.
Nada es imperdonable. Pero no se trata de perdonar por perdonar, ni tampoco de poner la otra mejilla. Perdonar es atreverse a poner un punto final a la situación, entendiendo que hay circunstancias que pueden ser reparadas y en las que el vínculo puede continuar y no destruirse, mientras que hay otras en las que no es posible ni lo uno ni lo otro. Lo más importante es tomar la decisión más sana aunque muchas veces sea la más difícil de realizar. Aurea 1721@hotmail.com