/ viernes 3 de enero de 2020

Anarquía vial

Acapulco tiene una población cercana a 1 millón de habitantes. Su zona urbana y suburbana, sobra decirlo, están sobrepobladas y sus vialidades son la muestra más evidente de la saturación demográfica, en una ciudad que creció indiscriminadamente sin control ni norma ante la ausencia de un Plan Director Urbano que, aunque hoy existe, es casi letra muerta.


Nuestro puerto tiene 234 poblados y más de 400 colonias, entre otras irregulares que se han asentado en la zona del parque El Veladero y reservas territoriales de la periferia sin servicios básicos ni regularización.


Para esta compleja urbe solo existen cinco avenidas importantes: la Costera Miguel Alemán, Cuauhtémoc, Ruíz Cortines-Constituyentes, y los bulevares de Las Naciones y Vicente Guerrero. Es por eso que, a la par de Chilpancingo, Acapulco es estratégico para la protesta como medida de presión en el estado porque bloquear alguna de esas vialidades implica estrangular toda la ciudad.


En temporadas vacacionales como la que está por concluir se evidencia la falta de arterias viales para hacer fluir la circulación vehicular local que se mezcla con la de cientos de vacacionistas sobre una Costera caótica y una avenida Cuauhtémoc reducida a uno y dos carriles por sentido desde la instalación del sistema de transporte Acabús.


La única alternativa vial ante la saturación de automóviles -hoy es otro cuello de botella- era la llamada Costera vieja. En resumen, Acapulco se torna un gran tapón vehicular.


Esto podría mitigarse, no obstante, con una logística adecuada de la Dirección de la Policía Vial, cuyos agentes dejaron de ser visibles en puntos conflictivos para apostarse en zonas de fácil infracción a conductores.


A esto añadamos la extraña razón de la falta de sincronización en los semáforos de toda la Costera, desde el Centro de la ciudad hasta la Base Naval, que atrapan a los automovilistas con señales constantes de alto, contrario a lo racional. Apenas superado un semáforo en verde se topan con uno en rojo y así sucesivamente por tramos cortos a lo largo de la principal avenida del puerto.


En estas vacaciones, además, algunos retornos de Costera fueron "cercados" por agentes viales, como el ubicado frente a la tienda Walmart, en el sentido hacia la avenida Escénica, obligando a extender el regreso de la circulación vehicular hasta la glorieta de La Base Naval que de por sí es conflictiva.


Es notorio que la actual administración municipal carece de operativos viales en situaciones de dificultad y de acciones para garantizar un tránsito ágil y seguro por las distintas vialidades de la ciudad, como en la Escénica donde el riesgo es constante por la ausencia de estas.


La falta de opciones viales es urbanísticamente incorregible, pero el discernimiento y el sentido común están al alcance del gobierno municipal para ponerlo en práctica y contribuir a no vender una imagen caótica de Acapulco en momentos donde se requiere fortalecer la economía regional vía turismo.

Acapulco tiene una población cercana a 1 millón de habitantes. Su zona urbana y suburbana, sobra decirlo, están sobrepobladas y sus vialidades son la muestra más evidente de la saturación demográfica, en una ciudad que creció indiscriminadamente sin control ni norma ante la ausencia de un Plan Director Urbano que, aunque hoy existe, es casi letra muerta.


Nuestro puerto tiene 234 poblados y más de 400 colonias, entre otras irregulares que se han asentado en la zona del parque El Veladero y reservas territoriales de la periferia sin servicios básicos ni regularización.


Para esta compleja urbe solo existen cinco avenidas importantes: la Costera Miguel Alemán, Cuauhtémoc, Ruíz Cortines-Constituyentes, y los bulevares de Las Naciones y Vicente Guerrero. Es por eso que, a la par de Chilpancingo, Acapulco es estratégico para la protesta como medida de presión en el estado porque bloquear alguna de esas vialidades implica estrangular toda la ciudad.


En temporadas vacacionales como la que está por concluir se evidencia la falta de arterias viales para hacer fluir la circulación vehicular local que se mezcla con la de cientos de vacacionistas sobre una Costera caótica y una avenida Cuauhtémoc reducida a uno y dos carriles por sentido desde la instalación del sistema de transporte Acabús.


La única alternativa vial ante la saturación de automóviles -hoy es otro cuello de botella- era la llamada Costera vieja. En resumen, Acapulco se torna un gran tapón vehicular.


Esto podría mitigarse, no obstante, con una logística adecuada de la Dirección de la Policía Vial, cuyos agentes dejaron de ser visibles en puntos conflictivos para apostarse en zonas de fácil infracción a conductores.


A esto añadamos la extraña razón de la falta de sincronización en los semáforos de toda la Costera, desde el Centro de la ciudad hasta la Base Naval, que atrapan a los automovilistas con señales constantes de alto, contrario a lo racional. Apenas superado un semáforo en verde se topan con uno en rojo y así sucesivamente por tramos cortos a lo largo de la principal avenida del puerto.


En estas vacaciones, además, algunos retornos de Costera fueron "cercados" por agentes viales, como el ubicado frente a la tienda Walmart, en el sentido hacia la avenida Escénica, obligando a extender el regreso de la circulación vehicular hasta la glorieta de La Base Naval que de por sí es conflictiva.


Es notorio que la actual administración municipal carece de operativos viales en situaciones de dificultad y de acciones para garantizar un tránsito ágil y seguro por las distintas vialidades de la ciudad, como en la Escénica donde el riesgo es constante por la ausencia de estas.


La falta de opciones viales es urbanísticamente incorregible, pero el discernimiento y el sentido común están al alcance del gobierno municipal para ponerlo en práctica y contribuir a no vender una imagen caótica de Acapulco en momentos donde se requiere fortalecer la economía regional vía turismo.